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El aragonés es una lengua que se desarrolló del latín y cuyas raíces vienen directamente del Reino de Aragón en la Edad Media. Una lengua en importante peligro de extinción que ya apenas habla un 1% de la población de la Comunidad Autónoma de Aragón. Al menos eso es lo que se desprende de los últimos datos del Gobierno Aragonés recogidos por publicaciones recientes de la Dirección General de Política Lingüística de la Administración Regional.

Una lengua que también destaca por una curiosa característica: su capacidad para englobar diferentes dialectos. Y es que, lejos de ser una lengua unitaria, engloba los dialectos del Pirineo central, la modalidad del Pirineo aragonés más próximo a Navarra y el que se cataloga como "aragonés somontanés".

Actualmente sobrevive en su mayor parte castellanizado, pero se estima que siguen hablándolo ocasionalmente unos 30.000 y 50.000 aragoneses. Dentro de esas fórmulas que todavía pueden escucharse encontramos expresiones típicas curiosas, palabras cariñosas para referirse a padres y familiares, pero también y como en toda lengua, hay cabida para los insultos. Concretamente esta vez queremos hablarte de la palabra de "atontolinau".

Una palabra frecuente y que destaca por encima del resto entre los aragoneses cuando estos se enfadan con otra persona, pero que no es fácil de entender por el resto de españoles. Una palabra que en aragonés vendría a ser algo así como "atontado" y que suele emplearse cuando se habla de una persona que está distraída o que actúa de manera torpe.

Esta tiene cierto tono humorístico y también, según el contexto, puede ser utilizada de manera afectuosa cuando alguien parece que está más despistado de lo normal. Sin embargo, también puede ser empleada si un aragonés se enfada. En ese caso, su uso sería de una forma más despectiva o para expresar molestia, señalando que alguien está actuando de manera torpe o que no está entendiendo algo que debería ser obvio.

Otras palabras típicas en Aragón

El aragonés, aunque no es hablado de manera bilingüe por la mayoría de la población, sigue vivo en la vida diaria de los aragoneses a través de palabras y expresiones como esta y que forman parte de su identidad cultural. Estas expresiones están tan integradas en el día a día que, cuando se utilizan fuera de Aragón, suelen generar confusión. Por ejemplo, una de las más características es "ir de propio", que significa ir a un lugar con un propósito específico, dejando de lado otras actividades. Es muy común, pero fuera de la región rara vez se entiende su significado.

Otra palabra muy arraigada es "laminero", utilizada para describir a alguien que es muy goloso. Si te encanta el dulce, en Aragón te llamarían laminero, aunque este término es poco conocido fuera de sus fronteras. En cuanto a la palabra "ababol", aunque técnicamente se refiere a una amapola, en el uso cotidiano se emplea para describir también a alguien que es despistado o algo tonto. Sin embargo, a menudo tiene un toque cariñoso más que ofensivo, a pesar de que suene algo despectivo.

Otra expresión muy utilizada es "dar pampurrias", que se refiere a cuando algo te produce asco o una sensación desagradable, siendo más intensa que la expresión "dar escalofríos", más común en otras partes de España. Finalmente, está "zaborrero", un término que se utiliza para describir a una persona chapucera, pero con un tono mucho más contundente que la palabra habitual.

Estas expresiones son una pequeña muestra de la riqueza cultural del aragonés y demuestran cómo esta lengua sigue viva en el lenguaje cotidiano, incluso cuando no es comprendido fuera de Aragón. Forman parte del día a día de los aragoneses y de su legado lingüístico, preservando una identidad única a través de su uso.