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La cocina y platos típicos de Aragón tienen un importante hueco dentro del recetario español, y sobre todo, en Navidad, principalmente por sus platos tradicionales como el ternasco, el pollo al chilindrón o el turrón de guirlache entre otros. Platos típicos que tampoco faltan entre los platos favoritos de las abuelas aragonesas y entre los que se encuentra otra de las recetas imprescindibles cada otoño y con la llegada de la bajada de temperaturas.

Con la llegada de las Navidades, los sabores tradicionales de la cocina aragonesa vuelven a cobrar protagonismo. Uno de los platos más apreciados en esta época es la sopa de ajo, una receta sencilla que ha pasado de generación en generación, convirtiéndose en un auténtico emblema de la gastronomía de Aragón. Este reconfortante plato, conocido como la "sopa de las abuelas", es perfecto para los días más fríos, gracias a su calidez y sencillez.

La sopa de ajo es uno de esos platos que, a pesar de su humildad, evoca recuerdos de la infancia y del calor del hogar. Las abuelas aragonesas han sido las guardianas de esta receta, que solo necesita tres ingredientes principales: ajo, pan y huevo. Aunque la receta puede variar ligeramente de una casa a otra, su esencia sigue siendo la misma: aprovechar lo que se tiene a mano para crear un plato nutritivo y sabroso.

En muchas cocinas de Aragón, el olor del ajo dorado es sinónimo de que una buena sopa está en camino. Este plato se prepara con ingredientes básicos, lo que lo convierte en una receta económica y, al mismo tiempo, llena de sabor. El ajo, uno de los pilares de la cocina aragonesa, aporta un aroma intenso y reconfortante, mientras que el pan, generalmente del día anterior, le da cuerpo y consistencia. Por último, el huevo, que se cuece lentamente en el caldo, añade una textura suave y un toque de proteína que completa la receta.

Para muchos, esta sopa es mucho más que una simple receta: es un símbolo de la cocina tradicional aragonesa y del cariño con el que las abuelas cocinaban para sus familias. Servirla en la mesa no es solo una forma de alimentarse, sino también de mantener viva una parte esencial de la cultura y la gastronomía de Aragón.

Cómo hacer la sopa con ajo aragonesa

La sopa de ajo aragonesa es uno de esos platos sencillos que no solo reconforta cuando los termómetros bajan, sino que también permite aprovechar ingredientes básicos que solemos tener en casa. Para empezar, basta con calentar una olla y echar seis cucharadas de aceite.

Una vez el aceite esté caliente, añade seis dientes de ajo cortados en láminas finas y sofríelos a fuego medio hasta que se doren ligeramente, liberando todo su aroma y sabor.

Cuando los ajos ya estén dorados, llega el momento de añadir media barra de pan duro cortado en rodajas de aproximadamente un centímetro de grosor. Remueve bien para que el pan se impregne completamente del aceite y del sabor del ajo. Este paso es clave, ya que el pan no solo absorberá los sabores, sino que también será el encargado de darle la textura característica a la sopa, actuando como un espesante natural.

A continuación, agrega un litro de caldo de verduras bien caliente y deja que todo se cocine a fuego medio durante unos diez minutos, justo el tiempo necesario para que el pan se ablande por completo y los sabores se mezclen perfectamente. Recuerda ajustar la sal según tu gusto, aunque es mejor ir probando para no pasarse.

El toque final lo da el huevo. Simplemente rómpelo directamente en la olla y remueve de inmediato con una cuchara o cazo para que el huevo se cueza de manera uniforme y se deshilache por toda la sopa. Este pequeño gesto le aporta una suavidad increíble y redondea los sabores del plato. Una receta tradicional perfecta para disfrutar bien caliente en los días más fríos.