Ni el tipo de pan ni la panceta: el sencillo truco en Aragón para hacer las migas del pastor más sabrosas
- Ficha este truco imprescindibe para conseguir uno de los platos más tradicionales, deliciosos y representativos de Aragón.
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Las migas aragonesas son uno de los platos tradicionales de Aragón que no faltan en la mayoría de tascas y restaurantes en la región. Una receta tradicional y de aprovechamiento pero en la que cada ingrediente cumple una función y aporta un toque de sabor único al plato.
Un plato que tiene su origen en la gastronomía aragonesa más humilde de los agricultores y pastores aragoneses, quienes no dudaban en aprovechar el pan de días atrás para convertirlo en esta deliciosa comida. Y es que, esta receta se preparaba con los ingredientes que se tenían en la despensa y que normalmente eran: pan duro, ajo, pimentón y aceite de oliva.
Ingredientes que con el paso de los años han ido evolucionando añadiendo desde uvas a sardinas, chorizo, panceta, huevos o incluso pimientos. Lo cierto, es que se trata de una receta abierta a modificaciones y que sigue igual de presente en Aragón que años atrás.
Sin embargo, para elaborar las auténticas migas aragonesas o migas del pastor, es importante tener en cuenta una serie de pasos importantes y también no olvidarse de ninguno de los ingredientes imprescindibles para obtener el mejor sabor y resultado.
A continuación, te detallamos cómo hacer paso a paso estas migas aragonesas auténticas y el truco que no debería faltar en su preparación para que consigas un resultado de diez y digno de cualquier buena carta gastronómica aragonesa.
Receta de migas aragonesa
Las migas aragonesas, también conocidas como migas del pastor, son un plato tradicional que ha pasado de generación en generación en Aragón, conservando su esencia y el mejor sabor. Para comenzar a prepararlas, se utiliza pan duro, que se trocea cuidadosamente en migas pequeñas y uniformes. El tamaño homogéneo del pan es clave para lograr una cocción equilibrada y una vez troceado, es el turno de humedecerlo ligeramente con agua, dejándolo reposar unos 30 minutos cubierto con un paño limpio.
Mientras el pan reposa, se van preparando los ingredientes que aportarán todo el sabor a las migas: ajos laminados, panceta y chorizo cortados en trozos pequeños e incluso sardinas limpias o uvas, si se desea un toque especial. El siguiente paso es calentar aceite de oliva en una sartén grande y sofreír los ajos hasta que estén dorados. Después se añaden el chorizo y la panceta, que al cocinarse sueltan su grasa, impregnando el aceite con su sabor.
Una vez los ingredientes estén crujientes, se añade el pan humedecido a la sartén, removiéndo constantemente para que absorba el aceite y los sabores. Este paso es esencial para que las migas queden tostadas, un proceso que puede llevar entre 20 y 30 minutos, siempre asegurándose de que no se quemen.
Aquí llega el truco que marca la diferencia en esta receta: el pimentón. Añadirlo en este momento, junto con una pizca de sal, es lo que le da a las migas su característico color y un sabor delicioso que realza todos los demás ingredientes. Este sencillo toque transforma las migas, dándoles una profundidad de sabor que hará que cada bocado sea más sabroso.
Si se opta por acompañar las migas con uvas, estas se añaden hacia el final, justo antes de servir, para aportar un contraste fresco y más dulce. Las sardinas, en cambio, se colocan encima de las migas al momento de servir, para que conserven su textura y no se deshagan.
Al presentar las migas, lo tradicional es llevarlas directamente de la sartén a la mesa, donde cada comensal puede disfrutar de este reconfortante plato. También se les puede añadir otros ingredientes más modernos como: cebolla, pimientos o incluso frutos secos, manteniendo siempre el toque del pimentón como el secreto para potenciar su sabor. Acompañadas de un buen vino y, por qué no, unos huevos fritos, las migas aragonesas siguen siendo un símbolo de la cocina más tradicional de Aragón.