Zaragoza
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En todo viaje en coche, más o menos largo, se hace preciso parar de vez en cuando en algún área de servicio o gasolinera. Para descansar, tomar un café o ir al servicio, aunque, a veces, cuesta encontrar buenos lugares para reponer energías y disfrutar de esa necesaria pausa.

En este aspecto, cuando se encuentra ese establecimiento agradable, se convierte automáticamente en una parada o visita obligatoria. Es el caso del Hotel Restaurante Monrepós, conocido también como Tomasinas Monrepós, porque su producto estrella son esas magdalenas.

Unas magdalenas míticas y que muchos no se quieren perder de camino al Pirineo. Sin embargo, todavía hay quien no conoce su existencia, aunque de saberlo, seguro que se le antoja alguna de sus tomasinas.

Así pues, estas ricas y sabrosas magdalenas requieren de una buena reseña. Tomasinas Monrepós se encuentra ubicado en un área de servicio de la autovía de Huesca hacia Francia, y su acceso es sencillo.

En plena subida hacia Jaca, u otras partes del Pirineo aragonés, desde la A-23 hay que tomar la salida 372 hacia Nueno, y en un par de minutos se encuentra el gran cartel que indica "Hotel Restaurante Monrepós", con un amplio aparcamiento, que en ocasiones puede ser escaso. Concretamente, se localiza en el municipio oscense de Arascués.

Desde Zaragoza se encuentra aproximadamente a mitad de camino (dependiendo del destino), a unos 55 minutos de la capital aragonesa, y a tan solo a un cuarto de hora de Huesca, justo antes de comenzar la subida del Puerto del Monrepós.

Nada más entrar al lugar, se siente un aroma diferente. Es un espacio acogedor, cómodo, algo rústico y también grande. Menos mal, porque las filas suelen ser habituales en temporada alta (tanto en los meses de invierno como en verano). Por eso no hay que preocuparse, ya que el personal es rápido y la espera es breve.

Sin embargo, esos minutos vienen bien para los nuevos, aquellos que tienen que decidir por qué magdalena decantarse. La decisión no es nada fácil. Hay más de 20 tipos de estos dulces, todos ellos dispuestos en sus vitrinas con un cartel con el nombre de cada una y una descripción de sus sabores. Más de uno no puede decantarse por una y opta por probar alguna más.

Para ellos, o para los que quieran hacer un regalo, Tomasinas Monrepós ofrece cajas de media docena o de una entera por un precio de 11 euros.

Las ‘Tomasinas’ y ‘Gordas’ son las más famosas, pero la lista es larga, y todas llevan nombres de mujeres en diminutivo. Las Elenas, Martas o Pilares, podrán presumir de tener una magdalena con su nombre. No son las únicas.

Esta es la lista completa, entre los 2 y 5 euros y que está en continua innovación. 

Tomasinas, Paulinas, Carlotas (nueces y chocolate), Frambuesitas (moras, frambuesas y arándanos), Manzanitas (manzana), Romeritas (almendras y piñones), Morenitas (mazapán y chocolate), Agredeñas (almendra y chocolate), Juanitas (avellanas y chocolate), Sofias (chocolate blanco y almendras), Pilares (chocolate), Josefinas (frambuesas y chocolate), Claudias (chocolate rellena de chocolate), Martitas (naranja y chocolate), Gordas (almendras y avellanas), Lurditas (rellenas de chocolate), Elenitas (queso, frambuesa y chocolate), Isabelitas (queso y arándanos), Alicitas (tiramisú), Ananitas (tropicales).

Diferencias

Por si algunos lo preguntan, no son unas magdalenas normales y corrientes. Entre las virtudes que destacan desde el propio obrador, hacen énfasis en que se elaboran una a una artesanalmente in situ y las únicas herramientas empleadas son sus propias manos.

Además, se utilizan ingredientes naturales de primera calidad (harina, huevos frescos, aceite de oliva, etc, sin colorantes ni conservantes). Se hacen a diario y nunca se ofrecerá una con más de tres días.

No obstante, además de las famosas magdalenas, la oferta es más amplia. Torrijas, churros, napolitanas o algunas tapas saladas, así como comidas (es restaurante). Aunque la realidad es que la mayoría de la clientela va exclusivamente a por sus magdalenas.

Eso sí, en este lugar de ambiente acogedor, se pueden encontrar personas de diferentes perfiles que buscan comer un buen dulce y un buen café antes de llegar a su destino. Familias, parejas, jóvenes, motoristas, camioneros…

Todos ellos, una vez prueban sus dulces, es raro que no repitan la experiencia de unas magdalenas de las de toda la vida, de las que saben a leña, a pueblo, a hogar.