Aragón, una joya del norte de España, atesora una gran cantidad de pueblos medievales que parecen sacados de un cuento. Repartidos entre los valles pirenaicos y las llanuras de la región, estas villas conservan el encanto de épocas pasadas, con castillos, murallas e historias apasionantes.
En el corazón de los Pirineos aragoneses, escondido entre montañas y rodeado de naturaleza exuberante, se encuentra Borau, uno de los pueblos más bonitos de Huesca. Con un pasado medieval que se respira en cada una de sus calles, este pequeño rincón esconde un legado histórico y cultural de gran valor.
Uno de sus mayores atractivos es la ermita de San Adrián de Sasabe, un lugar que según la leyenda, llegó a albergar el Santo Grial durante siglos. Borau no solo destaca por su historia, sino también por ser un destino perfecto para los amantes del turismo rural que buscan la tranquilidad en un entorno natural privilegiado.
Ermita que guardó el Santo Grial
La ermita de San Adrián de Sasabe, ubicada en el pintoresco pueblo de Borau, Huesca, es un tesoro del románico aragonés que data del siglo XI. Este antiguo templo, que en su origen fue una iglesia monástica y uno de los primeros obispados del Reino de Aragón, es célebre no solo por su valor arquitectónico sino también por las leyendas que rodean su historia. La más fascinante relata que aquí se custodió temporalmente el Santo Grial, el cáliz sagrado que utilizó Jesús en la última cena, y años más tarde llegaría a la Catedral de Valencia.
Esta ermita, rodeada por los imponentes paisajes del Pirineo y situada en un enclave mágico en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, posee un estilo lombardo-jaqués que ha sido sometido a numerosas restauraciones debido a su ubicación vulnerable ante las avenidas fluviales. Enterrada en parte durante siglos, la ermita fue redescubierta y restaurada entre 1957 y 1961, y en 1965 recibió el reconocimiento como Monumento Nacional.
Hoy en día, la ermita de San Adrián de Sasabe es un espacio que invita a la introspección, con su exterior adornado con elementos románicos, especialmente en su portada occidental. La combinación de su historia, misticismo y entorno natural la convierten en una visita esencial para los amantes del patrimonio y la leyenda aragonesa.
Para llegar a la ermita de San Adrián de Sasabe, situada en el municipio de Borau, a 13 km al norte de Jaca, sigue estas indicaciones: desde la carretera entre Castiello y Villanúa, toma el desvío a la izquierda hacia Aratorés. Continúa pasando por Borau en dirección a Aísa. Aproximadamente un kilómetro después de cruzar el río Lubierre, toma una pista a la derecha y sigue avanzando por la orilla derecha del río. Tras recorrer otros mil metros, llegarás frente a la ermita, que se encuentra al otro lado del río, a tu derecha.
El encanto medieval de Borau
Borau, situado en la comarca de la Jacetania, a pocos kilómetros de Jaca, conserva todo el encanto de un pequeño pueblo medieval. Sus casas de piedra y tejados de pizarra, típicas de la arquitectura pirenaica, hacen que pasear por sus calles sea un viaje en el tiempo.
Este pintoresco pueblo se encuentra rodeado de paisajes impresionantes, con verdes praderas y montañas que invitan a la calma y el descanso. Pero su historia no solo se refleja en su arquitectura, sino también en sus tradiciones y leyendas, que han sido transmitidas de generación en generación.
Además de su legado histórico, Borau es un destino perfecto para los amantes del turismo rural y la naturaleza. Rodeado de montañas y bosques, ofrece múltiples rutas de senderismo y paseos que permiten disfrutar de la calma y el aire puro de los Pirineos.
Su ubicación estratégica, cerca de otros destinos de interés como Jaca o el Parque Natural de los Valles Occidentales, convierte a Borau en un lugar ideal para desconectar del bullicio y sumergirse en la paz de la naturaleza.