Zaragoza
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Este lunes Zaragoza contó con la presencia del gran chef catalán Ferran Adrià. Estuvo en la capital aragonesa para dar una ponencia en el Aula Magna del paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Invitado por la Red de Cátedras de Telefónica, Adrià habló sobre su trayectoria profesional y compartió su enfoque sobre la vida, los negocios y la innovación, bajo el título: “Imaginémonos sin límites”.

Con palabras claras y ejemplos prácticos, Adrià explicó a los asistentes la importancia de conectar ideas aparentemente inconexas: “Cuando conectas todas las posibles respuestas, puedes empezar a comprender” añadiendo que “o somos abiertos de mente, o somos dogmáticos”.

Estuvo en Zaragoza para hablar de innovación, pero evidentemente pudimos preguntarle por consejos y trucos gastronómicos. Habló de las cenas de Navidad y de la elaboración de las gambas y los crustáceos en general.

Preguntado por la cocina navideña no se lo pensó dos veces y afirmó: “No hay que hervir mucho los crustáceos, las gambas y tal, normalmente, no tiene que hervir más de 30 segundos” explicó. “Pones agua, mucha sal, 30 segundos, no más. La gente lo deja 3 minutos y después es caucho” sentenciaba el genio de la gastronomía.

Muchos son los que en esta época del año compran crustáceos: gambas, langostinos, percebes… para celebrar en familia o con amigos estas fechas tan señaladas; pero preparar bien los productos de mar tiene su truco.

Receta de gambas al ajillo

Una manera fácil y rápida de preparar unas gambas buenas, es al ajillo. Las gambas al ajillo son un clásico de la cocina española, uno de los platos más valorados de nuestro recetario, el cual podemos encontrar en muchos bares como tapa o entrante. 

Consiste en gambas frescas cocinadas rápidamente en aceite de oliva con abundante ajo, dando como resultado un manjar aromático y delicioso. A veces se añade también una pizca de guindilla o pimiento rojo seco para aportar un toque picante, mientras que el perejil al final le otorga un contraste de frescura.

La preparación es simple, pero requiere precisión para obtener el mejor resultado. Se empieza calentando el aceite de oliva a fuego medio-alto, donde se doran los ajos finamente laminados. El truco está en cocinar los ajos hasta que estén dorados, pero no quemados, ya que eso amargaría el plato. Luego se añaden las gambas peladas y limpias, que se cocinan en apenas un par de minutos hasta que se vuelven rosadas y tiernas.

Este plato se sirve habitualmente en pequeñas cazuelas de barro, que ayudan a mantener el calor y permiten disfrutar del delicioso aceite perfumado con ajo. A menudo, se acompaña con pan crujiente para mojar en el aceite, lo que es casi tan irresistible como las propias gambas.