En Aragón, como en muchas otras comunidades españolas, la realidad de los niños con altas capacidades sigue siendo un tema poco explorado. Para profundizar en esta cuestión, hemos conversado con Fernando, un zaragozano padre de dos adolescentes con altas capacidades intelectuales. Sus hijas, a quienes llamaremos Marta y Pilar (nombres ficticios), han recorrido un camino educativo lleno de desafíos y aprendizajes que arrojan luz sobre la situación de este colectivo en nuestra comunidad.
Fernando nos explica que la detección de las altas capacidades de sus hijas no fue iniciativa del colegio, sino de los propios padres, que empezaron a notar diferencias significativas desde la etapa infantil. "Veíamos que tenían inquietudes y propuestas que iban más allá de lo que era normal para los niños de su edad", comenta. Este comportamiento llevó a la familia a buscar pruebas y orientación especializada, lo que confirmó las altas capacidades de Marta y Pilar.
Aunque en el caso de sus hijas el diagnóstico llegó temprano, Fernando subraya la importancia de un sistema educativo preparado para identificar estas particularidades de manera proactiva. "Muchas veces, los colegios no tienen los recursos o la formación adecuada para detectar y atender estas necesidades", lamenta.
El reto del sistema educativo
La experiencia de Fernando y su familia evidencia la desigualdad en la atención que reciben los niños con altas capacidades en el sistema educativo. A lo largo de los años y tras algunos cambios de colegio, la calidad del apoyo ha variado significativamente. "Depende mucho de la suerte que tengas con el tutor o la persona de orientación. Hay años en los que el profesor se involucra y otros en los que no pasa nada fuera de lo habitual", explica.
Además, aunque hay materiales y guías destinados a estos alumnos, Fernando opina que su aplicación práctica deja mucho que desear. "Todo parece muy formal, enfocado en pruebas y currículos, pero no siempre se traduce en actividades o apoyo real que motive a los niños", añade.
Marta y Pilar, a pesar de compartir un alto coeficiente intelectual, tienen personalidades muy diferentes, algo que Fernando destaca como un recordatorio de que cada caso es único. Mientras una de ellas es más sociable y abierta, la otra tiende a ser más selectiva en sus relaciones. "Puede haber una tendencia a conectar con personas más mayores que ellas, quizás por la madurez mental; pero no hemos forzado cambios de curso ni nada por el estilo", señala.
El enfoque de la familia ha sido fomentar las pasiones e intereses de cada hija, pues tienen gustos muy diferentes, una muestra interés por la tecnología y la informática y la otra por el teatro y la música. Estas actividades alimentan sus talentos, y también les permite relacionarse con gente con sus mismas inquietudes."En esas actividades, muchas veces encuentran a otros niños con gustos o perfiles similares, lo que les ayuda en la parte social para hacer amigos", comenta.
Para los padres que se enfrentan al diagnóstico de altas capacidades en sus hijos, Fernando aconseja fomentar sus intereses sin ejercer presión. "Es importante estimularlos, pero respetando su ritmo y sus inclinaciones", afirma. También destaca la importancia de apoyarse en profesionales capacitados, ya sea en el ámbito educativo o psicológico, para guiar a las familias y asegurar que los niños desarrollen su potencial sin sentirse abrumados.
Mentes brillantes en Zaragoza
Fernando también tiene alto coeficiente intelectual, y participa estos días en la Reunión Anual de Mensa España que se está celebrando en Zaragoza. Los asistentes participarán en sesiones de buceo, charlas, monólogos y visitas culturales, pero además este encuentro tiene también un significado especial, ya que coincide con el 40 aniversario de la asociación, creada hace cuatro décadas, precisamente en Zaragoza.
Mensa es una asociación sin ánimo de lucro, apolítica, aconfesional y libre de cualquier tipo de discriminación, que forma parte de Mensa Internacional. Su objetivo principal es identificar y promover la inteligencia en beneficio de la humanidad, impulsando la investigación sobre la naturaleza, las características y los usos de la inteligencia, al tiempo que proporciona a sus socios un entorno social e intelectualmente estimulante. Para formar parte de Mensa, el único requisito es tener un cociente intelectual (CI) dentro del 2% superior de la población general.