María Carrau, junto a su tío Juan Carrau.

María Carrau, junto a su tío Juan Carrau. E.E

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María Carrau, lotera de Calatayud: "Soy la tercera generación y repartir suerte viene de familia"

Zaragoza
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El sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad es toda una tradición en España, y mantiene la ilusión en todo el país durante varios meses. Sin embargo, hay lugares donde la suerte parece encontrar un hogar permanente, y Calatayud es uno de ellos. Esta ciudad aragonesa ha repartido tantos premios que los bilbilitanos la consideran un auténtico epicentro de fortuna.

En el corazón de esta historia está la administración de lotería de María Carrau, un negocio familiar que ha pasado por tres generaciones desde que su abuela lo fundó en 1956. “Empezamos en la Rúa de Dato, pero con el tiempo nos trasladamos al Paseo Cortes de Aragón, donde seguimos hoy. Llevarlo es todo un orgullo”, explica María.

Para esta familia, la lotería es un negocio, pero sobre todo una pasión que conecta con los vecinos de Calatayud. Y no es para menos: su administración ha repartido premios que han dejado huella en la memoria colectiva de la comunidad aragonesa.

Administración de Lotería de Navidad, en Calatayud.

Administración de Lotería de Navidad, en Calatayud. E.E

Calatayud, un imán para los premios gordos

Si algo define a esta administración es su buena estrella. Desde primeros premios en "El Niño" hasta cuartos y quintos en Navidad, los números vendidos aquí han traído alegría en numerosas ocasiones. “En 2021 dimos un primer premio de ‘El Niño’. Y hace poco, un cuarto premio de Navidad salió íntegro de aquí”, cuenta María con entusiasmo.

Pero eso no es todo. Algunos números, como el del “Gordo del niño” o el vendido por el conocido “Bar del Brindis”, se han convertido en leyendas locales. “Cuando tocó el ‘gordo’, ese número al año siguiente se agotó enseguida. Y cada vez que volvemos a recibir un número que ya ha dado premio, la gente lo busca como loca”, señala.

Diplomas con los números premiados de la administración nº1 de Calatayud.

Diplomas con los números premiados de la administración nº1 de Calatayud. E.E

En Calatayud, ganar no es algo que ocurra en solitario. Los premios suelen estar muy repartidos gracias a las participaciones que venden peñas, bares o clubes deportivos. María nos cuenta: “Por ejemplo, cuando tocó el cuarto premio, fue a una peña que tenía decimos entre sus socios. Aquí casi todo el mundo conoce a alguien que le haya tocado algo”.

La emoción de dar un premio se vive con intensidad en la administración. “Es espectacular. La gente viene llorando de alegría, y la energía que se genera es algo único. Todo el mundo debería sentir eso al menos una vez en la vida”, asegura María.

Un día especial en Calatayud

La suerte también tiene su lado más anecdótico, y en Calatayud no faltan tradiciones que se mezclan con la magia de la lotería. Una de las más curiosas es la del perejil robado. “El día antes del sorteo, siempre le ponemos perejil fresco a San Pancracio, pero tiene que ser robado. Es algo que hemos hecho en mi familia toda la vida, y lo seguimos manteniendo. ¿Si funciona? Bueno, mal no nos ha ido”, bromea María.

El día de la Lotería de Navidad es casi sagrado en Calatayud. Aunque María y su equipo no abren al público ese día, el trabajo sigue puertas adentro. “Nos organizamos para estar pendientes de todos los premios y, si hemos dado algo, celebrarlo por todo lo alto. Siempre tenemos champán preparado, lo guardamos en el bar de al lado que son amigos”, comenta entre risas. “Aquí es un día de fiesta. La gente escucha la radio en el trabajo o sigue el sorteo en la tele del bar. Es una tradición preciosa que une a todos”, y es que la ciudad y el país entero siguen con emoción y cierta juerga, la Lotería de Navidad.

Figura de San Pancracio.

Figura de San Pancracio. E.E

Con años de experiencia detrás del mostrador, María tiene un consejo claro para quienes buscan el número perfecto: “No os obsesionéis con un número concreto. Es todo azar, y todos tienen las mismas posibilidades”. Sin embargo, reconoce que los números que terminan en el año o fechas importantes son los más buscados. “Este 2024, por ejemplo, se vende mucho el 22.324. Parece que el 22 de marzo ha sido un día especial para mucha gente”.

Para María y su familia, cada sorteo es una oportunidad de hacer felices a sus vecinos, y la ilusión que se respira en la ciudad no tiene precio. “Matemáticamente no compraríamos, por así decirlo, porque al final la probabilidad es muy pequeña. Pero realmente hay gente que le toca, entonces, bueno, pues ¿por qué no vamos a ser nosotros?", se dice que la esperanza es lo último que se pierde, pero si se pierde en la lotería, siempre queda la esperanza de ganar el año que viene.