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Los dulces navideños de Aragón reflejan la riqueza de su tradición culinaria, en la que destacan recetas heredadas de generaciones. Durante la Navidad, los hogares aragoneses y las pastelerías se llenan de aromas cálidos y sabores únicos que celebran esta época del año.

El guirlache es uno de los dulces navideños más tradicionales de Aragón. Consiste en una mezcla de almendras tostadas y caramelo hecho con azúcar y miel. Este turrón crujiente se corta en láminas y a menudo se perfuma con toques de limón o vainilla. Es un clásico imprescindible en las mesas navideñas.

Sin embargo, tampoco puede faltar el tradicional bizcocho de las abuelas aragonesas: en Aragón, uno de los dulces tradicionales que elaboran las abuelas durante la Navidad es el bizcocho de almendra, una receta sencilla pero deliciosa que refleja la esencia de la repostería casera. Este bizcocho destaca por su textura jugosa y su aroma a almendra y cítricos, ingredientes muy presentes en la repostería aragonesa.

El bizcocho de almendra aragonés es una de esas recetas que evocan la tradición y el cariño de las abuelas. Es un dulce sencillo pero con una riqueza de sabor que lo convierte en un imprescindible en las celebraciones navideñas. Su elaboración refleja el ingenio de la cocina casera, donde se combinan ingredientes básicos con productos emblemáticos de Aragón, como las almendras, que son protagonistas de muchos dulces de la región.

Aunque no tiene un origen específico documentado, este bizcocho es representativo de las recetas familiares transmitidas de generación en generación. Las almendras, muy presentes en la gastronomía aragonesa, le dan al bizcocho un toque distintivo y recuerdan la importancia de los frutos secos en la repostería de la región. Durante la Navidad, las abuelas preparaban este bizcocho para aprovechar los ingredientes disponibles y compartir un dulce casero con la familia.

Ingredientes

150 g de almendra molida.

150 g de harina de trigo.

150 g de azúcar.

4 huevos (a temperatura ambiente).

100 ml de aceite de oliva suave (o mantequilla derretida).

1 sobre de levadura química (16 g).

Ralladura de 1 limón (o de naranja).

1 cucharadita de canela en polvo.

Azúcar glas para espolvorear.

(Opcional) 50 ml de licor de anís o vino dulce.

Paso 1

Precalentar el horno: Calienta el horno a 180 °C con calor arriba y abajo.

Paso 2

Preparar el molde: Engrasa un molde redondo (de unos 22 cm de diámetro) con mantequilla y espolvorea ligeramente con harina para evitar que el bizcocho se pegue. También puedes usar papel de horno.

Paso 3

Batir los huevos y el azúcar: En un bol grande, bate los huevos con el azúcar hasta que la mezcla esté espumosa y haya doblado su volumen (unos 5 minutos con batidora eléctrica). Este paso es clave para lograr un bizcocho esponjoso.

Paso 4

Añadir líquidos: Incorpora poco a poco el aceite (o la mantequilla derretida) mientras sigues batiendo. Si deseas, añade el licor en este momento.

Paso 5

Integrar los secos: En otro bol, mezcla la harina, la almendra molida, la levadura química, la canela y la ralladura de limón. Tamiza esta mezcla sobre la masa de huevos y azúcar, y remueve suavemente con una espátula o una cuchara de madera. Haz movimientos envolventes para evitar que la masa pierda aire.

Paso 6

Verter en el molde: Vierte la masa en el molde preparado, alisando la superficie con una espátula.

Paso 7

Hornear: Introduce el molde en el horno y hornea durante 30-40 minutos. Comprueba la cocción pinchando el centro del bizcocho con un palillo; si sale limpio, está listo.

Paso 8

Dejar enfriar: Saca el bizcocho del horno y déjalo enfriar unos 10 minutos en el molde antes de desmoldarlo sobre una rejilla para que enfríe completamente.

Paso 9

Decorar: Una vez frío, espolvorea con azúcar glas. También puedes adornarlo con almendras laminadas tostadas o frutas confitadas si lo deseas.

Este bizcocho destaca por ser suave y esponjoso, pero con una cierta densidad gracias a la almendra molida, que aporta humedad y hace que el bizcocho sea más jugoso que los tradicionales.
Además, predomina el toque de las almendras, con notas cítricas de limón o naranja, que lo hacen fresco y aromático. La canela y, en ocasiones, el anís le dan un matiz especiado perfecto para el invierno. Y finalmente, al hornearse, llena la casa de un olor cálido y acogedor, que suele asociarse con las fiestas y los momentos especiales en familia.

El bizcocho de almendra no es solo un postre; en muchos hogares aragoneses, se sirve como desayuno o merienda en los días previos o posteriores a la Navidad. A menudo, se acompaña con una copa de licor casero, café o chocolate caliente, creando un momento de reunión familiar en torno a este dulce.

Lo que hace único a este bizcocho no son solo los ingredientes, sino el cariño y la dedicación que las abuelas aragonesas ponen en cada paso de su preparación. Muchas de ellas aún siguen elaborándolo a mano, utilizando utensilios tradicionales y ajustando las medidas “a ojo”, basándose en la experiencia acumulada durante años.