Zaragoza
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Los refranes tienen un gran valor por lo que transmiten y cómo lo hacen. Su forma breve, rítmica y fácil de recordar les da un poder comunicativo único, lo que los convierte en herramientas perfectas para enseñar. Esto es especialmente importante en culturas donde la tradición oral es la forma principal de compartir sabiduría, como ocurría en el pasado y sigue sucediendo en algunas comunidades hoy en día.

En Aragón, los refranes son una parte fundamental de la sabiduría popular, sobre todo en las zonas rurales, como Huesca. Estos dichos no solo reflejan lecciones de vida, sino que también muestran la conexión profunda de la gente con la naturaleza y su entorno, un vínculo esencial en la vida cotidiana de la región.

Uno de los refranes más conocidos de Aragón es: “Oveja que bala, bocado que pierde”. Este dicho nos enseña que hablar demasiado o quejarse sin razón puede hacernos perder oportunidades. Es una reflexión sobre la importancia de ser discretos y pensar antes de hablar, una lección común en muchas culturas, pero con un toque local que hace referencia a las ovejas, animales muy importantes en la economía y la cultura rural aragonesa.

Este dicho, aunque puede parecer sencillo, encapsula una lección valiosa que se transmite de generación en generación. En Aragón, los refranes y dichos con animales suelen tener un fuerte componente moral, orientado a la prudencia y la paciencia.

Este tipo de expresiones populares no solo revelan la importancia de ciertos valores en la cultura aragonesa, sino también el humor y la franqueza característicos del hablar aragonés.

Refranes populares en Aragón

Otros refranes conocidos en la región incluyen: “En la mesa y en el juego, el callar es ganar”, que refuerza el valor del silencio y la prudencia en la vida cotidiana; en la mesa, porque quien mucho habla poco come, y en el juego, por los tradicionales juegos de cartas que se juegan en silencio, como por ejemplo, el guiñote.

“A oveja trasquilada, Dios le da viento fresco”, es una expresión alentadora que sugiere que, después de un momento difícil, siempre vienen tiempos mejores. O por ejemplo, “Después de muerto el burro, cebada al rabo", reprende a quienes pretenden ayudar o poner remedio fuera de tiempo, cuando ya es demasiado tarde. Estos refranes, llenos de simbolismo y arraigados en la vida rural, continúan siendo una parte integral de la identidad cultural de Huesca y Aragón en general​.

Los padres, abuelos y ancianos de la comunidad utilizaban estos dichos para educar a los más jóvenes, permitiéndoles absorber una visión del mundo que, en muchas ocasiones, solo la experiencia podría enseñar. Así, los refranes funcionan como puentes entre generaciones, porque a través de ellos las nuevas generaciones reciben lecciones que permanecen vigentes.

Además de su función educativa, los refranes han servido para moldear la identidad de un pueblo y resaltar sus valores colectivos. En Aragón, donde la vida rural y el respeto por la naturaleza son fundamentales, es común escuchar refranes que hablan sobre la perseverancia, la humildad y el trabajo duro.

Por último, los refranes y su uso en el lenguaje cotidiano son un ejemplo de cómo el ser humano utiliza el lenguaje para adaptarse a su realidad. Son una forma de narrativa breve y poética, que permite expresar verdades profundas en apenas unas palabras.

A lo largo de los siglos, han resistido el paso del tiempo y se han adaptado a cada contexto histórico, transformándose a veces para encajar en la modernidad, pero manteniendo siempre su esencia: la de una sabiduría transmitida de boca en boca, de padres a hijos, y de generación en generación.