Reinventarse y cambiar forma parte de la vida. Con esta filosofía, Solange y Adam han dado un giro a su negocio para comenzar un nuevo reto gastronómico, con más ilusión y ganas que nunca. Así pues, esta pareja decidió cerrar su antiguo restaurante en el centro de Zaragoza, Punto Gastronómico, para empezar a escribir la historia de Amaru.
Tras seis años al frente de Punto Gastronómico (calle Mefisto,3), con una clientela muy fiel y una experiencia culinaria por todo lo alto, los dueños, Solange y Adam, tomaron la decisión de cambiar de concepto.
Según cuenta la propietaria, se dieron cuenta de que la comida de fusión le gustaba a la gente, pero no era algo para todos los días, sino para ocasiones especiales. “El precio de esos productos y esos platos, es caro”, entiende Solange.
Pero, de un cierre, nace una apertura. Es el caso de Amaru, que se ubica en el mismo lugar, al lado de la plaza de Los Sitios de Zaragoza. Ahora, buscando ser una opción del día a día, apuestan por una comida mediterránea y con precios para todo el mundo. "La gente de media se gasta entre 20 y 30 euros, antes eran unos 45-50 euros", expone.
Así pues, Amaru lleva entre los zaragozanos casi dos meses, desde el 5 de diciembre del pasado año y el matrimonio no puede estar más contento con el resultado de su local, ni con la acogida de la ciudad. “Ha funcionado genial”, matiza ella.
El interior de Amaru.
Solange y Adam, que comenzaron su historia de amor en Madrid, admiten que hacen la combinación perfecta. Ella es la que maneja los números y la atención al cliente, mientras él, es el especialista en la cocina.
Además, junto a ellos se encuentra su equipo de medios y marketing, participes en la elección del original nombre. ¿Qué es Amaru? ¿De dónde viene?
Como cada punto de la decoración del local, el nombre del restaurante también tiene un porqué. Solange es peruana y el Amaru es un animal mitológico de Perú. “Queríamos un nombre corto, memorizable y con mucha fuerza. Salió Amaru, sonaba como un nombre vasco, pero viene del quechua, significa sabiduría, amor, fortaleza. Aparte es una imagen: cabeza de llama, cuerpo de serpiente y alas de águila”, relata Solange, a quien le encantó el conjunto de la historia.
Así es por dentro Amaru.
Carta
En cuanto a lo que importa, la comida, la carta es toda una experiencia gastronómica. Ver o escuchar sus propuestas y no querer probarlas es misión imposible. Tal y como cuenta Solange, se basan en la comida mediterránea, sin olvidar su sello peruano.
En primer lugar, la propietaria destaca la ensalada de burrata y la de mango, el calamar en tempura, las patatas criolla o unas croquetas muy especiales de ají amarillo.
Adam es especialista en la cocina peruana y el origen de la propietaria se refleja en muchos de sus platos. El patacón es uno de sus platos estrella, “una fusión entre el picadillo de Soria y de Perú”. “Es una tortilla de plátano verde”, describe.
Por supuesto, no puede faltar el ceviche. En este apartado, Solange defiende que su marido hace el mejor de Zaragoza. “He probado todos y este es el mejor”, dice entre risas.
El cliente puede elegir también pescado o carne a la brasa, arroces y una selección de postres irresistibles, y caseros. Su punto fuerte es el culant de dulce de leche o la tarta de queso, una de sabor fuerte.
Experiencia gastronómica
En definitiva, a través de cada bocado, la pareja espera transmitir sensaciones a sus clientes. Cada vez más, cuando alguien se va a comer o cenar fuera, busca vivir una experiencia completa, y no solo llenar el estómago.
Teniendo en cuenta este concepto, Amaru te garantiza una experiencia gastronómica única en un ambiente elegante y lujoso, decorado con una barra de piedra natural, cristaleras o jarrones. Tan estiloso o atractivo que puede parecer algo caro, pero sin duda, la idea es la contraria.
Por todo ello, y tomando como base las combinaciones de su carta, Solange destacaba que para mucha gente visitar Amaru “es una experiencia nueva”.