La llegada del 5 de febrero es sinónimo de una especial celebración. Cada año se celebra en diversos puntos de España el Día de Santa Águeda, la patrona de las enfermeras y en general, de todas las mujeres. Su importancia es digna de honrarla con celebraciones diferentes según la zona del país.
En Castilla y León se conmemora a lo grande con procesiones, ovaciones u otros actos, pero en Aragón tampoco es menos la tradición. Sobre todo en Zaragoza es muy común en una fecha como la de este miércoles comer ‘tetas’ de Santa Águeda.
Por ello, durante esta semana las pastelerías y tiendas de la ciudad llenan sus escaparates y estanterías de este dulce tan típico y delicioso. Son muchas los obradores que las preparan y merece la pena probar.
Aparte de ‘tetas’, se pueden llamar 'reliquias' de la santa y son unos bollos rellenos de nata o trufa recubiertos por una capa de chocolate y coronados con una guinda que simula el pezón.
El dulce, muy artesano, ha ido evolucionando con los años, siendo al principio muy simple, un brioche con una guinda, hasta llenarlo actualmente con nata o trufa y chocolate. Desde hace décadas se come a modo de recuerdo del martirio que sufrió la Santa, a quien le cortaron el pecho.
Uno de los lugares de Zaragoza donde preparan con mucho cariño este dulce es el Horno de Respostería Ismael. Para ellos, tal y como describen en su página web, las Tetas de Santa Águeda "son más que un manjar; son un homenaje gastronómico a la devoción y la tradición".
Historia de Santa Águeda
Hay que remontarse varios siglos atrás, pues Águeda de Catania fue una mujer que vivió en el siglo III d. C, y según el cristianismo, se trata de la primera virgen mártir del oeste de la Europa occidental.
De acuerdo a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Águeda nació en el seno de una familia noble en Palermo. Durante el reinado del emperador Decio, con Quinciano como presidente de Sicilia, se desató una persecución contra los cristianos. Águeda, fiel a sus creencias, fue arrestada y llevada ante Quinciano.
La joven se negó a renunciar a su fe cristiana, por lo que fue abofeteada y encerrada. Al día siguiente, fue llevada de nuevo ante el Quinciano. Ella se mantuvo en sus ideales, por lo que Quinciano mandó cortarle un pecho y encarcelarla sin darle atención médica, ni tampoco comida o agua.
La leyenda cuenta que, mientras Águeda se encontraba en prisión, recibió la visita de San Pedro, quien le ofreció ungüentos para sanar sus heridas. Sin embargo, Águeda rechazó su ayuda, prefiriendo el sufrimiento y la mortificación como testimonio de su fe.
Las torturas contra Águeda continuaron sin cesar. Quinciano, en su crueldad, ordenó que su cuerpo fuera arrastrado sobre brasas y fragmentos de tejas afiladas. En ese instante, un terremoto sacudió la región, causando numerosas muertes, entre ellas las de personas cercanas a Quinciano.
La multitud, atestiguando este desastre, lo interpretó como un castigo divino por el sufrimiento que Águeda padecía, y se agolpó frente al palacio exigiendo su liberación. Pero Quinciano ordenó que Águeda fuera devuelta a prisión, donde finalmente falleció el 5 de febrero de 252.
En definitiva, debido a las terribles torturas que soportó, Santa Águeda se ha convertido en protectora de las mujeres, siendo especialmente invocada en casos de partos difíciles, problemas de lactancia y enfermedades mamarias. Existe la tradición de que, durante su festividad, las mujeres casadas y las que buscaban contraer matrimonio horneaban panes y bollos con forma de senos, distribuyéndolos como talismanes para protegerse contra enfermedades mamarias.