Por Alejandro Pérez-Montaut Marti, @alejandropmm

Resulta curioso ver cómo tres de los cuatro grandes partidos quieren evitar a toda costa la celebración de unas nuevas elecciones generales, no estando tan convencido de ello el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Desde el pasado 20-D, día en el que cambió la política en España, Pablo Iglesias ha marcado sus líneas rojas para llevar a cabo un posible pacto con el Partido Socialista, una de las cuales consiste en la celebración de un referéndum en Cataluña que permita a los catalanes decidir sobre el futuro de toda España. "Garantías democráticas" lo llaman, mientras pretenden privar al resto de españoles de voz y voto. El PSOE contraataca diciendo que la soberanía reside en la totalidad del pueblo español. Siendo ésta una de sus prioridades, el líder de Podemos no se muestra contrario a unas nuevas elecciones en el caso de no se alcanzarse ningún pacto de investidura.

La exigencia del referéndum en boca de Iglesias forma parte de una estrategia calculada al milímetro contra el PSOE. Saben que Pedro Sánchez, o en su defecto la líder absoluta, Susana Díaz, jamás aceptaría la celebración de un referéndum, pues ello supondría la pérdida de los pocos votantes que les quedan. Y es precisamente el rechazo por parte del PSOE a pasar por el aro lo que persigue el líder de las coaliciones. Quieren nuevas elecciones cuanto antes y les voy a decir por qué.

Para empezar, desde Podemos conocen el desastroso resultado de IU, que con casi un millón de votos ha obtenido únicamente dos diputados a causa de una ley a la que Iglesias le estará eternamente agradecido. El voto a Podemos se ha convertido en "voto útil", y la izquierda lo sabe. En el supuesto caso de celebrarse nuevas elecciones, la mayoría de los que depositaron su confianza en Garzón pasarían a votar a Podemos para dar más fuerza a la izquierda radical. Ahí tenemos el primer punto de la estudiada y mezquina estrategia. Unos cuantos votos de IU se convierten en unos escaños más para Podemos. Izquierda Unida quedaría prácticamente fuera del Congreso de los Diputados de celebrarse nuevas elecciones, ya que como digo, el voto útil de la izquierda pertenece a Iglesias.

Podemos ha pisado literalmente los talones al PSOE en estas elecciones, y le bastaría con unos pocos votos de más para pasarles por encima. ¿El PSOE podría perder aún más votos? Por supuesto, y eso lo sabe Iglesias. Los votantes socialistas de centro contrarios a un gobierno de Podemos, pasarían a prestar su apoyo a otras formaciones visto el bloqueo institucional que el Partido Socialista habría llevado a cabo. El voto a Ciudadanos se incrementaría por un lado, gracias a los socialistas que apuestan por un gobierno en minoría o por una gran coalición entre los dos grandes partidos. La inestabilidad política fruto de la tozudez de Sánchez sería lo que agotase la paciencia de aquellos que se posicionan en contra del nacionalismo y a favor de una España unida y estable políticamente. Ese es el segundo punto de la hoja de ruta de Podemos.

¿Qué pasaría entonces? Muy simple. El partido de Pablo Iglesias se alzaría como segunda fuerza gracias a la pérdida de fuelle de los socialistas, que perderían votos hacia Podemos por la izquierda, y hacia Ciudadanos por el centro. Iglesias se convertiría pues en líder de la oposición, puesto difícilmente recuperable por el PSOE.

Pero ahí no acaba la cosa. Por su parte, el Partido Popular, siendo inteligente y en el supuesto de unas nuevas elecciones, sacaría a Sáenz de Santamaría como candidata, lo que les daría mucha fuerza gracias a los votos que conseguirían arrebatar a Ciudadanos. La vicepresidenta en funciones es una buena política, nadie lo duda. La "renovación" del candidato del PP junto con el miedo del votante de centro-derecha a un posible gobierno radical de izquierdas, haría a Ciudadanos perder una parte de su electorado, que volvería a votar al PP. Los populares se mostrarían como único partido capaz de frenar a la izquierda.

Nos situaríamos pues en un nuevo escenario bipartidista, pero esta vez con Podemos al frente de la oposición, y el PSOE y Ciudadanos quedarían para dar la llave del gobierno a un bando u otro.

Me sorprende ver la unión de los nacionalistas, que con independencia de su ideología pactan por algo que consideran un proyecto común, mientras que los que creemos en una España unida seguimos absurdamente divididos por unas siglas, sin pararnos a pensar en lo realmente importante, que es España y el bienestar de los ciudadanos.

Al señor Iglesias le aconsejo que intente disimular su descaro y su ambición desmesurada. A Pedro Sánchez le advertiré que tenga cuidado con lo que decide, pues no solamente se juega el futuro de su partido, sino el de toda España. Piense en lo mejor para su país y haga el favor de olvidarse de los votos que obtendrá dentro de cuatro años. Le aseguro que si proporcionan estabilidad y demuestran capacidad de diálogo, los socialistas recuperarán un gran porcentaje de los votantes perdidos.

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