El primero en caer fue John Boehner, a finales del mes pasado. El jueves, Kevin McCarthy, el favorito para sustituirlo, cayó también.
Tanto la dimisión de Boehner como speaker (presidente) de la Cámara de Representantes de Estados Unidos como la decisión de McCarthy de retirarse como candidato al cargo en el último momento son fruto de las presiones del opaco Caucus por la Libertad, una coalición no oficial de republicanos ultraconservadores que buscan impulsar su agenda política sin importar las consecuencias. Su última obra este jueves ha obligado a posponer las elecciones a presidente de la Cámara, lo que ha sumido a la institución en el caos.
Desde que el grupo surgió en enero para dar voz a “los innumerables estadounidenses que sienten que Washington no los representa”, como anunció en su nota de prensa de presentación, su poder e influencia no han dejado de crecer. El antiabortista Jim Jordan, de Ohio, es su líder. El número exacto de miembros de esta coalición se desconoce, aunque se estima que son ya más de 40, una cifra que les permite poner contra las cuerdas al resto de su grupo parlamentario.
El Partido Republicano controla la Cámara de Representantes con 247 diputados de 435. Pero con el Caucus por la Libertad en contra, la formación pierde su mayoría frente a los demócratas, lo que otorga a los radicales una potente palanca política. “Se dieron cuenta de que si actúan juntos como un bloque, los republicanos no pueden aprobar legislación sin ellos, porque necesitan 218 votos (una mayoría simple) para aprobar una medida”, cuenta a EL ESPAÑOL Kenneth Gold, analista del Instituto de Asuntos Gubernamentales de la Universidad de Georgetown. “Entonces, la única vía para sacar leyes adelante es con los demócratas. El problema con eso es que casi cualquier republicano que vote con los demócratas corre el riesgo de perder en las primarias [de su distrito] en las próximas elecciones”, afirma.
Y es que las ocasiones en que republicanos y demócratas llegan a acuerdos son muy poco frecuentes. “Estados Unidos siempre se ha considerado como un país donde la disciplina de partido es más débil que en países europeos”, dice a este diario Daniel Kselman, politólogo estadounidense y director académico de Relaciones Internacionales en el Instituto de Empresa de Madrid, a respecto de la rebeldía del Caucus dentro del grupo parlamentario republicano. “Lo interesante es que hay una combinación de baja disciplina de partido pero también niveles bajos de cooperación entre formaciones”.
El Caucus por la Libertad no tiene un equivalente en el Senado, porque al ser una institución de sólo 100 miembros, un senador tiene mucho más poder para frenar o influenciar una ley. Sin embargo, Ted Cruz, candidato republicano a la Casa Blanca, “es su hombre en el Senado”, asegura Gold, de Georgetown. El Caucus por la Libertad está estrechamente ligado al Tea Party, el sector más extremista dentro del Partido Republicano.
Miedo al bloqueo de la Administración
El reciente sacrificio político de Boehner consiguió disipar temporalmente la amenaza del Caucus de cerrar la Administración, pero el peligro no tardará en volver. Boehner anunció su dimisión apenas unos días antes del 1 de octubre, fecha de inicio del nuevo año fiscal en EEUU. Antes de ese día, el Congreso de EEUU debía aprobar una medida para autorizar a la Administración a continuar gastando hasta diciembre para evitar así un cierre del Gobierno y ganar tiempo mientras se debaten los presupuestos del año que viene. Los republicanos más radicales amenazaban con votar contra la medida y provocar un cierre del Gobierno si se seguía financiando a Planned Parenthood, una ONG de planificación familiar que realiza abortos.
Para librase de la presión y obtener margen de maniobra, Boehner decidió dimitir y así poder negociar libremente con los demócratas y sus colegas más moderados en la Cámara de Representantes. “Mi trabajo es proteger esta institución”, dijo a la prensa el día que anunció su cese voluntario. “Me he dado cuenta de que esta crisis prolongada de liderazgo provocará un daño irreparable a la institución”. Su dimisión, que será efectiva al final de mes, pone fin a cuatro años de servicio como speaker y a una trayectoria de casi tres décadas en el Congreso.
Kevin McCarthy era el favorito para sustituirlo en el puesto, pero para el Caucus por la Libertad el indicado no era él, sino el beligerante Daniel Webster. El jueves, momentos antes de comenzar la votación para escoger al candidato republicano al cargo, McCarthy afirmó que no era el hombre adecuado para el trabajo. “Necesitamos a alguien que nos consiga 247”, dijo a Politico ese mismo día refiriéndose a los votos de los diputados republicanos en la Cámara. “Y yo nunca iba a ser capaz de conseguir 247”. Las miradas se centran ahora en Paul Ryan, que se presentó con Mitt Romney en 2012 como segundo al mando, pero Ryan dice que no quiere el cargo. La Cámara necesita encontrar a un speaker cuanto antes porque se aproximan importantes batallas fiscales.
En noviembre, el Congreso tiene que votar para elevar el techo de deuda o de lo contrario el país incurrirá en impago. Y cuando la medida temporal para financiar a la Administración expire en diciembre, las oficinas del Gobierno pueden volver a cerrar -como pasó en 2013- si no se llega a un acuerdo sobre los presupuestos. “Muchos de ellos creen que cerrar el Gobierno es algo bueno”, afirma Gold con respecto a los miembros del Caucus por la Libertad. “La balanza está fuertemente decantada hacia un cierre del Ejecutivo en diciembre”. Ante esta situación, el senador por el estado de Kentucky Mitch McConnell -uno de los líderes del partido- está negociando con la Casa Blanca para intentar alcanzar un acuerdo presupuestario que cubra el año que viene y el siguiente. “McConnell, que obviamente es muy conservador, es visto ahora [por el Caucus] como un miembro del establishment”, afirma Gold.
El ala más conservadora del Partido Republicano en el Congreso solía ser la Republican Study Committee (RSC). Ésta se convirtió en la facción mayoritaria del grupo parlamentario republicano. El Caucus por la Libertad apareció como una reacción al establishment del partido encomiada a transformar Washington y darle un giro hacia la derecha. Lo que pretenden con su ofensiva ultraconservadora son dos cosas, afirma Kselman, del Instituto de Empresa: por un lado lograr medidas conservadoras en el Congreso y por otro conseguir la reelección en los próximos comicios. “Muchos de los miembros del Caucus por la Libertad están en esta posición ahora porque compitieron con campañas primarias muy ideológicamente inclinadas a la derecha contra los republicanos establecidos”, dice Kselman, que explica que si los eligieron por su ideas radicales tienen que mantener la actitud para conservar su puesto. “Y más allá de que realmente puede que quieran 'cambiar el sistema', probablemente quieran mantener también sus puestos de trabajo”.