Por Mario Martín Lucas
España no es EE.UU. Rodrigo Rato no es exactamente Bernard Madoff, pero los casos que ambos han protagonizado sirven para señalar unas diferencias que no deberían ser, sobre todo hablando de dos países democráticos donde se dice respetar la división de poderes entre el ejecutivo, legislativo y judicial.
Madoff fue detenido en el año 2008, acusado de una estafa que afectó a ahorradores e inversionistas en un importe aproximado de 50.000 MM $ USA, y en junio del año 2009, menos de dieciocho meses después, ya fue condenado a 150 años de cárcel tras un juicio con todos sus derechos garantizados al declarársele culpable de once delitos entre los que se incluían fraude, lavado de dinero, perjurio y robo, entre otros.
La gestión de Rato en Bankia, sin olvidarnos de los méritos de Blesa, consecuencia de la emisión de productos financieros híbridos, fusiones imposibles y salida a bolsa fallida -vía OPS-, costó al contribuyente español la cantidad de 24.000 MM euros, con casuísticas tan poco ejemplarizantes como las ‘Tarjetas Black’, presuntas comisiones recibidas por campañas de publicidad “bankiera” o movimientos de dinero hacia paraísos fiscales, aún en investigación.
Se suele decir que el diablo habita en los detalles, y entre estos dos casos son más que asombrosos. Veamos:
• Madoff fue detenido en el momento en el que los hechos se hicieron públicos; en los casos de Rato o Blesa, ha sido antes juzgado el juez que decretó las primeras (y únicas hasta ahora) medidas cautelares contra Blesa.
• Madoff fue juzgado a los 18 meses de ser detenido. En los casos de las ‘Tarjetas Black’ o de la fallida salida a bolsa de Bankia, las instrucciones judiciales superan los tres años desde que se conocieron los hechos, existiendo aun dudas sobre qué instancia será la encargada de las causas.
• Madoff, desde que los hechos fueron conocidos, fue objeto de recriminación social, tanto del pueblo estadounidense como de sus autoridades. En España hemos asistido al tratamiento dado por el máximo responsable público de la lucha contra la delincuencia a Rato, quien a pesar de ser un triple imputado en causas penales fue recibido por Jorge Fernández Díaz en sede ministerial, semanas antes de que un juez tomara medidas cautelares contra él, aunque leves, como la retirada del pasaporte o las comparecencias mensuales en el juzgado.
• En EE.UU. se ha recuperado ya el 62% de la estafa piramidal promovida por Madoff, gracias, entre otras cosas, a las acciones decretadas por su Tribunal Supremo, mientras que en España se da por perdida la ayuda al sector financiero, que supera los 40.000 MM euros, el 60% inyectados en Bankia, y una vez más no se incide en la recuperación del importe defraudado.
Pero aún hay otra diferencia más llamativa que las anteriores entre estos dos procesos. Bernard Madoff llegó a expresar arrepentimiento por lo sucedido, manifestando: “…viviré con este dolor, con este tormento, el resto de mi vida”. Aquí, ante las consecuencias de lo ocurrido en el caso concreto de Bankia, lo único que asoma, tanto en el caso de Rato como en el de Blesa, es una cierta soberbia y ninguna asunción de responsabilidades, poniendo el foco en cualquier factor exógeno, en cualquier cosa menos en su pura gestión, a pesar de las malas praxis a base de “tarjetas black”, los presuntos cobros de comisiones por contratos en publicidad, además de otros engaños y artificios que derivaron en el gran expolio de una entidad financiera que había sabido sobrevivir durante más de trescientos años, superando todo tipo de crisis, incluido el “crack” bursátil de 1929, la gran depresión posterior, guerras y entreguerras, pero que no pudo sobrellevar las consecuencias de las decisiones que Blesa y Rato tomaron durante los escasos dieciséis años de sus presidencias encadenadas.
Las diferencias entre los casos personificados por Madoff y Rato existen, pero no son tantas. Lo que es muy diferente es el tratamiento dado a cada uno de ellos. No sabemos lo que hubiera pasado si Rato fuera norteamericano, pero quizás si Madoff fuera español estaría hoy disfrutando del otoño en libertad y quien sabe, incluso se podría estar planteando lanzar su carrera política.
Más allá de ironías, EE.UU. puso el foco en la depuración de las penas en función de la responsabilidad de los hechos cometidos y en recuperar la mayor parte posible de lo defraudado, mientras que en España, por el contrario, se escenifica la verdadera diferencia de lo que ocurre: ni dinero recuperado, ni justicia a tiempo, y sería básico que se cumpliera la afirmación de Jean de la Bruyere: “…una cualidad de la Justicia es hacerla pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia”, y como en tantas ocasiones se vuelve a manifestar que una justicia lenta no es justicia, ni en EE.UU., ni en España. Ahí radica la auténtica diferencia.