Por César Sampedro Sánchez, Doctor en Historia

La prensa que se vendió (ediciones Carena) es el último libro del periodista Luis Santos que relata el papel de los medios escritos, cuando la televisión no llegaba a todos los hogares y la radio era el único otro medio de comunicación libre durante el 23F de 1981. Décadas después, podemos decir que pocos medios a excepción de El País de Juan Luis Cebrián y de forma más tardía Diario 16 de Pedro J. Ramírez se atrevieron a alinearse esa noche con la democracia y la Constitución.

“El país con la Constitución”, fue el titular ofrecido por El País de Cebrián. “Fracasa el golpe”, tituló Diario 16. He leído declaraciones y versiones contradictorias sobre cómo Cebrián animaba a Pedro Jota a sacar pronto la edición, mientras este se declaraba falto de medios en el extinto medio para sacar la edición nocturna con premura. El hecho es que ambos diarios salieron en la misma línea, o al menos así lo manifiesta el propio Ramírez en Contra unos y otros (Esfera de los libros, 2014), desmintiendo la versión de Cebrián de que no hizo caso a su llamada.

Todos conocíamos de la posición del ultra montano El Alcázar, que apoyó sin ambages el golpe, teniendo conocimiento del mismo en connivencia con el falangista García Carrés. Pero también fueron ajenos al compromiso con la democracia el papel de otros medios escritos. Luis Santos ha encontrado un texto centrado en el archivo reservado del último portavoz del Gobierno, Ignacio Aguirre, tío y mentor de Esperanza Aguirre. Una de las revelaciones más espectaculares de este libro es el papel del diario Abc, en su edición de Sevilla, al que el Gobierno calificó de golpista.

¿Quién ayudó a Abc de Sevilla a tapar y ocultar su vergonzante papel hasta ahora? Pues nada menos, según descubre el documento, que el propio portavoz del Gobierno, Ignacio Aguirre (pariente de la actual presidenta del PP madrileño). Pese a los requerimientos de algunos ministros como García Añoveros y de las informaciones de la propia Secretaría de Estado para la Información, Aguirre, el portavoz del presidente Calvo Sotelo, decidió que había que hacer de Abc el referente mediático frente a la prensa más progresista y que nadie supiese lo que había hecho el diario. Con documentos confidenciales vemos en este libro cómo se impide la reaparición del diario Madrid, en el que había trabajado el periodista Miguel Ángel Aguilar y que el régimen franquista voló literalmente, mientras por otro lado se aplica la eutanasia a Informaciones y Pueblo y se pretende perjudicar a El País y beneficiar a Abc. Los documentos que desvela el libro demuestran, además, la persecución de los periodistas progresistas y de izquierda.

El 16 de marzo de 1981 el secretario de Estado Ignacio Aguirre le escribe al presidente Calvo-Sotelo: “Después de haber apoyado el golpe en la forma que tú has visto en el dossier de que dispones…”. Se refiere a Nicolás Salas, director de Abc de Sevilla, de quien se dice en la nota que se fue a Capitanía y no al Gobierno Civil en la noche del golpe, prohibiendo salir a la calle a todos los redactores de Abc. Queda claro pues que Abc de Sevilla jugo un papel de “desmovilización democrática”.

El libro también desvela cómo Ignacio Aguirre tampoco hará caso de la carta de Marcelino Oreja, delegado del Gobierno en el País Vasco, que pedía acciones contra el diario Egin. Y dejará sin efecto la “sugerencia” hecha en el mismo sentido por el propio rey Juan Carlos. Ignacio Aguirre fue, además, el mentor del liberalismo de su sobrina. Esperanza sacó su plaza en Turismo cuando su tío Ignacio era secretario de Estado.

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