¿Cuántos nidos caerán?

EFE/Alejandro García

Por José María Arévalo Miguel

A los que estén un poco al tanto de las noticias de los distintos descubrimientos de los nichos bancarios de los Pujol les sorprenderá la libertad de movimientos que disfrutan tanto en España como en el resto del mundo, mientras que por ejemplo Isabel Pantoja, por muchísimo menos, lleva varios meses con paseos diarios por el patio, salvo alguna salida de fin de semana a pasear por la calle.

A pesar de que Montoro confesó que ya en el año 2000 conocía la amasada fortuna de la familia Pujol y que abrió expediente a varios hijos, no le debió parecer nada fuera de lo normal. Algo raro debió de ver Jordi Pujol cuando de repente, de motu proprio, declara que desde hace 30 años ocultaba cuentas en paraísos fiscales, las cuales estaban nutridas de miles o millones de euros procedentes de una herencia de su padre. En la lacrimógena confesión de culpa, confiesa que no lo hizo antes porque no encontró nunca el momento adecuado para regularizar esta herencia; que se siente muy afligido; que pide perdón a tanta gente de buena voluntad que pueda sentirse defraudada en su confianza; y que espera que esta declaración sea reparadora de tanto mal. Pero se olvidó contar lo del 3% del impuesto revolucionario por las obras otorgadas. Y que mientras escondía ese dinero, subía los impuestos a todos, y aumentaba las multas para avanzar en el proceso secesionista.

La coincidencia del anuncio por parte del Parlamento Catalán del inminente proceso de desconexión separatista del nacionalismo catalán da la sensación de haber acelerado la búsqueda y puesta en escena del inmenso enriquecimiento de toda esa familia que durante años pasó por Molt Honorable.

Repentinamente, un juez a petición de la fiscalía Anticorrupción ordena una operación por varios delitos de corrupción, movilizando a 200 agentes y practicando quince registros, que, pasmosamente, no han llevado a la detención de ningún miembro de la familia, contrariando la petición de la policía que pedía la detención del expresidente de la Generalidad, Jordi Pujol.

Tras ese road show de Jordi Pujol, buscando su salvación sin pagar sus culpas, confesando la ocultación de la herencia en paraísos fiscales por no encontrar el momento adecuado para declararlo a Hacienda, por fin se ha enterado de que es eso de la UDEF. Pues en una TV denunció su indefensión por "todo eso de la UDEF", y declaró no conocer nada de la UDEF: "¿Y qué coño es esto de la UDEF?".

Durante su comparecencia en el Parlamento Catalán sobre la corrupción y los negocios de sus hijos, donde fue recibido con genuflexiones, se volvió a ver transformado de nuevo como en sus mejores días en Molt Honorable, rebosando soberbia y altanería. Dejó una clara y explícita amenaza para aquellos que osen escudriñar y desnudar su honorable y sin embargo multi-beneficiosa trayectoria: si "cortas una rama, cae una rama y todos los nidos que hay hasta caer el árbol entero".

Ahora solo queda ir viendo cuantos nidos caerán o si caerá el árbol entero, si la justicia se aplicará con los Pujol como si fuesen unos mortales más o si esta aceleración judicial y escenificación del caso de la familia Pujol es un mero aviso a la contención de los separatistas -un "tente mientras cobro"-, y un atrezo político que justifique la libertad de movimientos en la calle, y no en el patio, de la familia Pujol.