Por Antonio Cuestas, subdelegado en Asturias de la Asociación ARES de Reservistas Españoles

La pesadilla nuclear parece estar reactivándose. Durante la Guerra Fría el “equilibrio del terror”, con su destrucción mutua garantizada, logró que nunca pasase de ser un mal sueño.

Para algunos expertos, como el coronel González Crespo, la Guerra Fría nunca acabó del todo por el potencial que siempre conservó Rusia. Para otros analistas sí se había acabado, pero se está viviendo ahora una “Guerra Fría 2”. En marzo la televisión rusa recogía que, al inicio de la crisis de Ucrania, Putin estaba dispuesto a poner sus armas nucleares en disposición de combate “porque allí viven rusos”. El conflicto en Ucrania es el complejo origen de esta segunda parte.

Si se analizase la Historia, y aprendiésemos de sus enseñanzas, se habría evitado este mal trago. Hubiera bastado, muy probablemente y simplificando, con entender que en la orilla izquierda del Dniéper son eslavos y hablan ruso y en la derecha no lo son y hablan ucraniano. Así es como está en la actualidad Ucrania, el mayor país de Europa, el que fuera granero de la Unión Soviética, y que ahora aspira a serlo de Europa, con sus feraces tierras negras. En el siglo XVII ocupaba poco más territorio que Andalucía, pero sucesivamente los zares, Lenin, Stalin y Krushchev parecieron estar empeñados en ir añadiéndoles territorios.

A esta complejidad territorial se añade que a partir del Maidán se prohibió el uso del ruso, perdiendo la oportunidad de implicar a la población rusoparlante. Para más inri, los activistas de esta revolución, al expresarse sólo en ucraniano- error que hasta se señala en alguno de los informes que la OTAN hace públicos- forzaron a la población rusófona, que no entendía bien lo que pasaba, a sintonizar los canales oficiales de la televisión rusa donde presentaron al Maidán como criminal y fascista. El conflicto está ahí, aunque en febrero de 2015 se haya alcanzado un frágil acuerdo de alto el fuego que parece frenar algo la destrucción.

Otra cosa que nos enseña la historia es que Europa tiene una gran debilidad en cuestiones defensivas. Mutatis mutandis, Europa- al igual que el Imperio Romano cuando alquiló su seguridad a los bárbaros, hasta que éstos decidieron que para qué protegerlo si podían conquistarlo- tiene su seguridad alquilada a los 28 países de la OTAN o, mejor dicho, a los Estados Unidos y parece incapaz de ponerse de acuerdo para hacer frente a una amenaza militar. Los Balcanes mostraron esa incapacidad europea hasta que los Estados Unidos intervinieron.

Por su parte Rusia ha incrementado su presupuesto de defensa en un 33%. Aún tiene el mayor arsenal nuclear del mundo, pero con este aumento lo amplia y moderniza. El ahorro por no tener que pagar a Ucrania la base naval de Sebastopol, conquistada en Crimea, es de 4.000 millones de dólares por año. Con esta cantidad, las sanciones de la UE le resbalan bastante, no le resbalan tanto la pérdida de inversiones y el precio del petróleo y del gas si se mantuvieran bajos.

Mientras la popularidad de Obama ha caído en picado en los EE.UU., la de Putin en Rusia se mantiene próxima al 90%. Ningún líder occidental en sus mejores sueños se le aproxima. Les ha devuelto el orgullo, el sentimiento de imperio nunca perdido: es el nuevo zar, convertido del comunismo donde nació (KGB). La deriva de Putin hacia su nuevo imperio hace que mire hacia oriente y busque alianzas con China. Deja de lado a Occidente, al que trata de debilitar, justo cuando más se necesita a un aliado como Rusia para hacer retroceder al Estado Islámico.

Como hemos visto, con las tensiones creadas en Ucrania, vuelve a planear sobre el mundo la amenaza nuclear. Tomando al cine como herramienta de enseñanza- una de sus vertientes más positivas- mencionaremos dos películas: Marea Roja, en la que un submarino está a punto de desatar una guerra nuclear, aunque su guión no sea muy creíble. Y una comedia bélica satírica Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. El recién retirado sir John Sawers, jefe del MI6, los servicios de inteligencia británicos, la utilizó en el inicio de una conferencia relatando la conversación que tiene lugar en ella entre el presidente de los EE.UU. y el soviético. Por el teléfono rojo dice a Moscú que tiene malas y muy malas noticias. ¿Las malas? Un avión estadounidense se dirige a la Unión Soviética con la orden de lanzar una bomba atómica. ¿Las muy malas? Es imposible revocar la orden.

Sawers asevera, en declaraciones a la BBC, que la crisis por el momento está centrada en Ucrania, pero la crisis ucraniana es un síntoma, no es el problema real. El real sería más bien si Rusia ataca a territorios que reclama en los países bálticos, miembros de la OTAN, organización que tiene la obligación de defenderlos. O un error como los señalados en las películas, pero que él extrapolaba al reciente vuelo de dos bombarderos rusos, capaces de lanzar bombas nucleares, por el Sur de Inglaterra. No comentó que los aviones siguieron hacia Portugal y cerca de Lisboa dieron la vuelta tocando también el espacio aéreo internacional bajo control español.

Los expertos lo ven claro: el peligro está ahí fuera. Sólo si la cordura se impone, los cálculos son correctos y la fortuna no juega malas pasadas, no tendremos que volver a vivir la pesadilla de la amenaza nuclear.

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