Por Juan Pedro Iglesias García, @jiglesiasgarci

La RAE define tuit, del inglés tweet, como un mensaje digital que se envía a través de la red social Twitter® y que no puede rebasar un número limitado de caracteres. En la actualidad, para este menester, 140.

Suficientes para hacer declaración de intenciones, máxime cuando la creatividad llega a sitios insospechados y además de velar las intenciones, se consuma con imágenes. Dichosos los fotógrafos que dieron su cámara por una imagen. “Más vale una imagen, que mil palabras”, dicen algunos. Cuanta razón.

Pero, para mentir no hace falta una imagen, hay que ser falto de inteligencia y retratarse, como lo hacen en el juicio de la hermana del Rey, el fiscal y la abogada del Estado, diciendo poco más o menos, que no debe ser juzgada porque la frase de “Hacienda somos todos”, es más una campaña publicitaria y a ella, no debe afectarle.

Twitter es el Sancta Sanctórum de las palabras y muchas ideas. Una calle llena de transeúntes que destilan, con mejor o peor manera, sus gestos. Algunos aviesos, otros llenos de calor, odio y amor. Y en todo este cruce de lances, los tuiteros y tuiteras juegan a la velocidad del rayo para no perder ni una sola oportunidad en dejar claras sus opiniones.

Un medio prodigioso para la cultura, la diversión y el deporte mental. Aunque a @cayetanaAT le parezca un vertedero y la tumba de la inteligencia. Querida Cayetana, cuando se camina en Twitter, cuando menos, hay que hacerlo provisto de lanza y escudo para no perder la razón y la libertad. Pediré formalmente declarar el día de Santuit, como festividad para el regocijo y el escarnio.

España y su Rey, Felipe VI, pasan un mal trance y en Twitter tomamos el pulso a un país que por inacción de sus gobernantes, se descompone. Algunos pretenden imponer un estado de ruptura a pesar de no tener legitimidad para ello. Pero hay días en que uno cree que la sangre va a llegar al río y otros, en que la vida política es un sainete. Tomemos café y otra de gambas.

En Twitter hay de todo, como en botica. En donde, escritores, políticos, actrices, toreros, cantantes, fotógrafos, prostitutas, periodistas, estafadores, ganaderos, locos por la música y el cine, por la literatura y el amor, apasionados por la mente y el cuerpo, vendedores para adelgazar y perder peso en una semana, y de paso, un arreglito señora, que su cuerpo lo merece, sacerdotes con sotana y sin ella, patriotas de puño en alto, comediantes y tramoyistas, mercenarios, encantadores de serpientes, traidores, mentirosos, músicos, pintores, cuentacuentosyfrasecitas, adoradores nocturnos, también diurnos, delicatesen,… se pasean exhibiendo sus mejores galas como lo hacían nuestros ancestros en las gradas de San Felipe, para ponerse al día de todo cuanto acontecía en la Villa y Corte.

En Twitter las cosas pasan muy rápido, pasan en un tuit. Es fantástico, lo rápido con lo que puedes enterarte de lo bueno y lo desgraciado de este mundo, en donde el amor, a veces, ocupa poco y la maldad dice mucho.

¡Ah! Se me olvidaba. También hay algún valiente caballero. Pocos, la verdad. Pero, haberlos, los hay. De los que sacuden con inteligencia y dicen cosas serias. De los que no se andan por las ramas y se baten en duelo, si es preciso, para defender su razón. De los que saben pedir una disculpa cuando se pasan tres pueblos tras “el calor de la refriega”. Siga Vd. así, D. Arturo @perezreverte le debemos mucho, aunque sus detractores digan, como es lógico, lo contrario.

Como en la vida, los mensajes van y vienen. Está en nuestra naturaleza comunicar y comunicarnos. Y hacerlo por los cauces correctos, bajo el respeto a los demás, sería la mejor respuesta para una sociedad que quiere crecer libre. No seamos estúpidos y hagamos de Twitter un lugar en la red para no olvidar.

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