Por Alberto Pérez de Vargas

No hace mucho que se cumplieron cien años –fue el día 31 de julio de 1914– del asesinato de Jean Jaurès, uno de los fundadores del Partido Socialista francés y sin duda el más grande pacifista de la élite política de aquel país ante la inminente explosión de la gran guerra. Creó en 1904 el periódico L'Humanité, órgano indiscutible de expresión de la izquierda francesa, que hoy corre un serio peligro de desaparición; y fue asesinado por un estudiante de extrema derecha en pleno caldo de cultivo de una desmedida exaltación imperialista que aceleraba los pulsos a las grandes potencias europeas. Un amigo con el que hablé mucho y con frecuencia durante un cierto tiempo, me descubrió la siguiente frase que él atribuía a Jaurès: “La democracia es el derecho de las pulgas a comerse al león”.

Andaba yo con las preocupaciones propias de este tiempo de zozobras, cuando la idea de mayoría me trasladó a las pulgas que, por lo general, son multitud. Ignacio de Loyola; que como Jaurès murió un 31 de julio, el de 1556; aconsejaba no hacer mudanza en tiempos de tribulación, él que tanta experiencia tenía sobre los complejos recovecos del alma. Pero por estos pagos y, no dispuestos a dar crédito a su advertencia, no hacemos sino proyectar mudanzas hacia el abismo que las pulgas están creando a fuer de colmar el hábitat con descerebrados. Sin embargo las soluciones a los problemas para ser sólidas no deben ser complejas. La complejidad está plagada de debilidades y requiere de un conjugado de factores, la mayoría de los cuáles se quiebran en cuanto que se les somete a la menor presión.

La clase política española se ha fragmentado por una disfunción de los instrumentos de participación del sistema y a resultas de una rivalidad equívoca sobre el para qué. El poder no es una finalidad sino un medio y no obstante algunos actores principales de la escena han reducido su ambición a la ostentación del dominio. Es lo que sucede con las continuas alusiones a la forma de Estado cuando es notorio que ninguna de ellas expresa un contenido definido sin ambigüedades y lo suficientemente explícito como para ser considerado en su alcance. Y a lo que se llega si se vacía de sentido la convivencia en democracia descartando a alguno de los partícipes consustanciales con el sistema.

Probablemente las pulgas no lleguen a comerse al león, pero pueden dejarlo tan maltrecho que su cura se prolongue más allá de lo que su viejo y sufrido cuerpo puede soportar.

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