Por Jonás Gámez Bacalí
El fracaso de Mariano Rajoy para conformar un gobierno en España, el chorreo incesante de casos de corrupción que afecta a cargos de alto nivel del PP, así como la falta de democracia interna en el partido, han puesto definitivamente en jaque a la supervivencia de los populares y ha reavivado el fantasma de la desintegración de la UCD.
Durante años, hemos asistido a la transgresión reiterada de la Constitución por parte del Partido Popular, auspiciado por su actual cúpula, a pesar de que siempre han defendido el escrupuloso cumplimiento de la misma. Pongamos como ejemplo el artículo 6 de la Constitución española; este artículo recoge fielmente los valores superiores en los que debe basarse la política en España y expresa con rotundidad: “EL FUNCIONAMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y SU ESTRUCTURA INTERNA DEBERÁN SER DEMOCRÁTICOS”. Ahora debemos inquirir: ¿Es este el caso del Partido Popular? Obviamente no.
En los últimos años hemos asistido a la opacidad de la confección de las listas electorales del PP de forma reiterada. A dedazos indignos para la elección de los candidatos. Hemos observado con estupor el desmantelamiento controlado del ideario del partido: sus dirigentes han ido adquiriendo el lenguaje de la izquierda más “progre”, y el inmovilismo ha sido la única respuesta al golpe de Estado catalán y a los casos de corrupción.
Hemos visto en televisión día sí y día también cómo han ido pasando por los Juzgados y gayolas decenas de políticos del PP y del PSOE. Asistimos a la irremediable pérdida de peso político del PP durante seis elecciones consecutivas, llevando al PP catalán y vasco a la irrelevancia, y a la destitución por sospechas de corrupción a sus ejecutivas más importantes, las de Madrid y Valencia.
Ante esta situación solo puedo decir que me duele España. Me duele que España no tenga una derecha fuerte y plenamente democrática por la irresponsabilidad y la inconsciencia de sus dirigentes. Que no tenga un partido liberal-conservador que luche y defienda sus ideas sin complejos frente a una izquierda radical y rampante. Que no tenga un partido que defienda abiertamente a los héroes que lucharon por la libertad, aun a sabiendas de que un día sí que lo hubo. Me duele que España tenga a un partido financiado por Irán y por Venezuela, dictaduras sanguinarias, ante la pasividad de la fiscalía y del Gobierno. Me duele que en España haya un partido antidemocrático que tenga más cabida en los medios de comunicación que el propio Gobierno. ¡Medios que han sido rescatados de la quiebra por el mismísimo Gobierno! Ese hecho solo puede tener una explicación, y es que Podemos está alentado por el propio Mariano Rajoy, muy posiblemente para cercenar las posibilidades del PSOE de tocar poder.
Solo hay dos responsables de que hoy en día, en pleno 2016, en pleno Siglo XXI, la derecha en España no funcione de forma claramente democrática: “Mariano” y “Rajoy”. Solo hay dos responsables del bloqueo institucional al que estamos asistiendo, debido a la fragmentación del voto, por la nefasta política no económica llevada a cabo y por el runrún constante de los casos de corrupción que salpican a centenares de cargos del partido: “Mariano” y “Rajoy”. Solo hay dos culpables de que el golpe de Estado que se está llevando a cabo en Cataluña siga en marcha después de 5 años, a pesar de la violación flagrante de las Leyes y de la Constitución, financiada a costa del contribuyente: “Mariano” y “Rajoy”.
Esta cosa grotesca que nos ha quedado en España a la derecha de la izquierda, no se puede llamar derecha. A los argumentos me remito para reafirmar que estamos tratando a una jaula de malas prácticas, de opacidad, de amiguismo, de corrupción, de manos ocultas que mueven los hilos y que deciden sin rendir cuentas con nadie, sino con Dios. ¡La vuelta al absolutismo más retrógrado al más puro estilo del Rey felón!
Ahora bien, debemos sopesar seriamente si esta situación en la que está el PP tiene alguna solución. Ya sabemos que el Partido Popular ha llevado a cabo una política económica aceptable tras el desastre de su política estatalista inicial, pero de política económica no se vive. Si el señor Rajoy realmente desea un Gobierno que aleje el peligro de Podemos, que reforme las instituciones, que limpie la corrupción, que acabe con el Golpe de Estado catalán, que aleje definitivamente la crisis económica y que saque a España del bloqueo institucional en el que está sumido, debe dar un paso al costado y dejar trabajar a otro candidato, para limpiar las sentinas e intentar la investidura. Pero no lo va a hacer. Habida cuenta de este hecho cabe la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo le queda al PP? Porque es obvio que el PP está muerto, pero Mariano no lo sabe…