Por José María Arévalo Miguel

(Desde el otro lado del Duero)

A finales del año 2.000, durante la primera legislatura de Aznar, y tras la reanudación de los asesinatos por parte de la banda terrorista ETA tras la "tregua trampa", el secretario general del PSOE, JLR Zapatero, propuso al Partido Popular un "Pacto de las Libertades y contra el Terrorismo". Pero traicioneramente, al mismo tiempo y a través de Jesús Eguiguren "chusito" estaba firmando con ETA una hoja de ruta para la paz, el mal llamado "proceso de paz", por el cual, mediante la "vía Nanclares" y demás procesos de cesión políticos y judiciales, todos los presos y asesinos de ETA, por dejar de matar, conseguirían lo que no habían conseguido matando.

Una vez en el poder, Zapatero, tras derogar de facto unilateralmente el "Pacto de las Libertades y contra el Terrorismo", puso en marcha la hoja de ruta para el mal llamado "proceso de paz". Las diversas terminales de ETA entraron en política -a pesar de los informes de la policía diciendo que esos partidos eran herramientas de ETA- consiguiendo controlar grandes presupuestos de Ayuntamientos, Diputaciones etc., y salieron de las cárceles númerosos presos terroristas, cuyo icono máximo fue el asesino Iñaki De Juana Chaos.

Con Rajoy en el Gobierno, las víctimas del terrorismo se fiaron de la promesa de que llevarían a los tribunales las anteriores y las nuevas pruebas del control de ETA sobre ciertos partidos políticos, para que la justicia actuase; y no sucedió. Tras la reunión de cuatro horas mantenida en Moncloa por el Ministro de Justicia Jorge Fernandez Díaz y Zapatero, con el conocimiento y aprobación de Rajoy, la hoja de ruta de Zapatero parecía continuar igual de vigente. Hoy los partidos de ETA continúan en las instituciones, y por una sentencia individual eliminando la "doctrina Parot", salieron de las cárceles números violadores, pedófilos, y los que les importaban, los presos terroristas de ETA, cuyo icono máximo fue el asesino Josu Uribetxebarria Bolinaga.

En menos de una semana la sociedad española ha recibido dos muy malas noticias. La salida de la cárcel del terrorista y asesino, Urrusolo Sistiaga, después de cumplir únicamente 19 de los 90 años a los que fue condenado por diez asesinatos y tres secuestros. Lo que supone que cada asesinato ejecutado en la democracia le ha costado menos de dos años de cárcel, y los tres secuestros y demás actos terrorista le salen totalmente gratis. La otra mala noticia ha sido la salida de la cárcel al que José Luis Rodríguez Zapatero calificó como "hombre de paz", el miembro de ETA Arnaldo Otegi, también conocido como "el gordo", que participo en el intento de secuestro y de asesinato de Gabriel Cisneros, formó parte del grupo de ETA que secuestró a Javier Rupérez, y fue condenado a seis años y medio por pertenencia a la organización terrorista ETA.

La salida de Otegui de la cárcel ha sido toda una fiesta para los proetarras y los que le apoyan. El titiritero Willy Toledo, al "gordo", condenado por pertenecer a una banda terrorista que ha asesinado a 857 personas y ha herido y mutilado a miles, le ha saludado con un "¡Bienvenido Arnaldo!"; y Pablo Iglesias ha mostrado su alegría diciendo que "la libertad de Otegi es una buena noticia para los demócratas. Nadie debería ir a la cárcel por sus ideas". Claro, que sus "demócratas" son antagónicos a cualquier democracia Occidental, y sus ideas son totalitarias.

En esa fiesta, a Otegui se le ha recibido con celebraciones de bienvenida, que son claros actos de enaltecimiento del terrorismo, a los que un juez ha calificado de "actos políticos"; cuando a un torero por dar dos pases a una pequeña baquilla con su niña en brazos, la fiscalía ha pretendido que la justicia le sancione.

La injusticia premia a los verdugos y golpea de nuevo a las víctimas; dejando de nuevo helada la sangre de los demócratas. Una de las mayores conocedoras de los temas relacionados con el mundo de ETA, Ángeles Escrivá, titula uno de sus libros Maldito el país que necesita héroes, en el que retrata las políticas antiterroristas de los gobiernos de Aznar y los de Zapatero: dos políticas opuestas, plagadas de aciertos -la una- y errores -la otra-, pero sobre las que sobresalen las vidas heroicas. Libro al que le faltará el epílogo del final de la rendición política a ETA, donde todos los asesinos y cómplices saldrán de las cárceles entre actos festivos de enaltecimiento y sin cumplir la totalidad de sus penas, pero sobre todo, donde se volverá a ver actos heroicos, minoritarios, que continuarán luchado por la memoria, dignidad, y justicia de esas vidas heroicas, y denunciando la rendición de una sociedad enferma.

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