Por Félix Álvarez Palleiro

Rajoy no tiene vergüenza. El PP que le sostiene carece de sentido de la justicia y los soldaditos de plomo que arremeten contra Rivera y Ciudadanos rozan lo ridículo y esperpéntico.

Pero vayamos por partes. Primero Rajoy. Un político que está rodeado de sobresueldos, de pagos en B, de abrazos y esemeeses a gente imputada, encarcelada, investigada o que huele a podrido y rezuma caudillismo y propiedades de dudosa adquisición ni puede ni debe estar en la primera línea de la política, ni siquiera en política. Y ya que es, como tantas veces nos recuerdan sus aplaudidores, registrador de la propiedad y puede ganar montañas de euros volviendo a esa profesión, que supongo ya debe tener olvidada porque lleva en política más años que Raphael en los escenarios, que lo haga y deje paso a savia nueva, a sangre fresca no contaminada que le den al PP esa regeneración y homologación con el resto de partidos de la derecha europea.

Y no le apunto ni le señalo al PP, como diría Remedios Amaya, quién debe manejar su barca, pero sí que tengo la capacidad, como cualquier ciudadano de este país pateado, de declarar quién no debe permanecer en puestos de responsabilidad política una vez comprobado, sin resquicio a la duda, su corrupción o su inanición ante ella, su incompetencia, su egoísmo ante los problemas comunes y la falta absoluta de regeneración: Javier Arenas, Rita Barbera, Pío García Escudero y Celia Villalobos siguen siendo la prioridad de Mariano. No le voy a hacer, como dice Rivera, las primarias al PP; pero sí que le voy a pedir, por el bien común, que las haga, que le dé la vuelta a su cúpula y que vuelva a ser, o que empiece a ser, un partido decente alejado de las prácticas habituales que hicieron de los partidos tradicionales, de todos, una especie de Ñetas o de Latin Kings sometidos a los caprichos y órdenes de unos líderes tatuados con la verdad suprema y el poder absoluto.

Y en segundo lugar, pasemos a los soldaditos de plomo. Ahora el enemigo no es Sánchez, ni Pablo, ni siquiera Otegui, o los Pujol, o los independentistas que quieren romper España y que no hacen más que cumplir su propio calendario, que van anunciando previamente y que a nadie, salvo que sea bobo integral, le puede pillar por sorpresa. Ahora el culpable del atasco institucional, el responsable de que nada sea negociable, el enemigo a derribar es Albert Rivera: la cabeza visible, y la mejor amueblada del actual panorama político, de un partido que ha sido capaz de negociar y llegar a acuerdos allá donde fue requerido, tanto con el PSOE como con el PP.

Ahora se le acusa de llegar a un acuerdo, el acuerdo de El Abrazo, con el PSOE, de ser, como dijo la insustancial Andrea Levy, que está mucho más afortunada hablando de la guapura de algunos militantes de Podemos que de política, el segundo de Sánchez. Manda huevos, que diría Trillo. Esta señora que pertenece al Partido Popular de Cataluña, que ha logrado ser residual, que abandonó a sus votantes en la defensa de la unidad de España, que dejó a Rivera y a Ciudadanos solos ante los ataques furibundos de los independentistas más radicales, que compartió mesa, mantel y presupuestos con CIU, que en las últimas elecciones autonómicas catalanes quedó en quinto lugar sacando 11 diputados, un diputado más que la CUP, sólo uno, frente a los 25 de C's que se convirtió en el segundo partido más votado y se hizo con el control de la oposición, ¿puede ser menos creíble, más insípida? ¿Es tan difícil de entender que C's ha llegado a un acuerdo con aquel partido que tuvo la responsabilidad de intentar formar gobierno?

Fue Mariano, y sólo Mariano, el que no quiso intentarlo. Y de haberlo hecho, no me cabe la menor duda de que C's, al igual que en Madrid, hubiera llegado a un acuerdo de gobierno con el PP. O le hubiese obligado a retratarse y ahora podría hablar con conocimiento de causa o con pruebas inequívocas de por donde pisa Rivera y su grupo. Es que no tengo los apoyos suficientes, lloriqueaba Mariano escondido tras la excusa de la aritmética.

Ya, pero haciendo un simplismo que considero relevante, cuando me siento delante de Daniela, mi hija de once años, siempre le aconsejo que en esta vida piense, sopese, decida y se lance con todas sus ganas para lograr sus anhelos e ilusiones sin miedo al fracaso, o mejor dicho, con miedo vencido, que siempre hay vértigos que no puedes evitar, que en la vida el respeto uno se lo gana en el camino, no en la meta. En la meta sólo hay resultados que en este mundo difícil, complicado y marrullero, a veces, no pocas, no dependen de tu esfuerzo y de tu valía y sí de imponderables y de variables que no puedes controlar y que hacen que la balanza se incline hacia donde no querías. Tiene bemoles y recochineo que ahora el enemigo sea C's y que el PP en su miopía para mantener el mobiliario en su sitio no se dé cuenta que la traba, el obstáculo, las vallas, son Mariano y cohorte.

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