Por Pedro Peral

Durante meses, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha estado cabalgando a lomos del término filosófico “nolición”, que al igual que su equivalente “noluntad”, se emplea principalmente en filosofía para designar el acto de no querer, acción de mantener una radical negación hacia algo. El líder socialista negaba una y otra vez no ya a disponerse a llegar a un acuerdo, sino siquiera a sentarse a hablar con el líder del PP, Mariano Rajoy.

Obligado por el doble fracaso de su intento de ser investido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez parece haber cambiado de postura, pero es un “sí” que equivale a un “no”. Avisa a Rajoy de que quien puede convocar una reunión es él, porque con su acuerdo con Ciudadanos y el apoyo de Coalición Canaria, tiene ya más escaños que el PP.

Los populares replican que la Cámara tiró por tierra su investidura la semana pasada, que ya no es el candidato del Rey porque "no ha vuelto a proponer a nadie" y que, por tanto, solo puede presumir de los 90 escaños que tiene. “El PSOE debe decidir entre el PP y Podemos. Sánchez salió de la investidura fallida y tiene la misma cantidad de escaños que el 20 de diciembre. La iniciativa le corresponde al PP”, según el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado.

Si se alcanzase un pacto - sea el más demandado, entre los tres partidos constitucionalistas, PP, PSOE y Ciudadanos, o con un radicalizado conglomerado de izquierdas y secesionistas - España se sumaría a los 22 de los 28 países de la UE que están gobernados por coaliciones. Las hay de signo conservador, como en Bélgica o Finlandia. De izquierdas, como en Portugal, Suecia o Dinamarca. Y de colores opuestos como en Alemania, Austria o Países Bajos.

La afinidad ideológica no determina siempre la buena marcha de una coalición. En Alemania, se llevan el prestigio las tres formadas por la CDU y el SPD en 1966, 2005 y 2013, frente a otras que han hecho uno de los dos partidos con los Liberales o con los Verdes.

En cambio, la mezcla de colores políticos y de reivindicaciones territoriales dio al traste con la coalición de seis partidos formada en Bélgica en 2011. La actual coalición está formada por tres partidos flamencos de centro derecha.

La principal crítica a la política de alianzas es la inestabilidad que puede dar lugar, sobre todo cuando pactan muchos partidos. Un ejemplo paradigmático es la legislatura de la ex primera ministra de Dinamarca Helle Thorning-Schmidt (2011-2015). Tras las elecciones de 2011, la líder del Partido Socialdemócrata formó un gobierno de coalición con los partidos Radical y Socialista Popular, con apoyo parlamentario de la Alianza Roji-Verde. A este gobierno siguieron otros cinco en la misma legislatura.

Como vemos, hay combinaciones para todos los gustos, pero es obligado salir de la obsesiva e insolidaria noluntad.

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