Por Marta Teixidó, crítico de arte
Hay acontecimientos en la vida que marcan o estigmatizan a sus protagonistas, hasta tal punto que sólo son recordados por ellos. Sirvan como ejemplo: Miguel de Cervantes por ser el autor del Quijote; Ludwig Van Beethoven por su Quinta sinfonía en do menor; Leonardo da Vinci por ser el pintor de la Mona Lisa o el actor Kirk Douglas por su papel en Espartaco.
Naturalmente, todos los mencionados desarrollaron una amplia carrera en sus respectivos campos, pero un elemento en especial de los mismos los etiqueta para siempre, y el gran público sólo tiene una referencia.
Tal es el caso de Javier Mariscal, que pasará a la historia por ser el autor de Cobi, la mascota de los JJ.OO de Barcelona-1992, olvidando que es creador de una obra plagada de sentido del humor, simple, directa, explícita y de rápida comunicación visual.
Sin embargo, gracias a la muestra Mariscal, que la galería Eude ofrece durante estos meses, el visitante tiene la oportunidad de descubrir a un dibujante brillante, - con dominio impecable sobre este aspecto del arte, demasiado olvidado en la actualidad, y absolutamente necesario e imprescindible para ser un buen y gran artista - de gran imaginación y habilidad, que sabe adaptarse con gran profesionalidad a los retos que se le plantean (recordemos por ejemplo, el filme de animación Chico y Rita), o de los packs de verano de Estrella Damm, así como el Mediterrània de Cavas Codorniu.
Es esa faceta publicitaria, de diseño y marketing, su cara exterior, su imagen inconfundible, pero en realidad esconde a un artista sensible, de imaginación portentosa, excepcionalmente hábil, con una identidad propia, y que demuestra un gran dominio técnico, que ha aplicado a la perfección en sus grabados.
La muestra ofrece una curiosa, completa y escogida selección de piezas: dibujos, serigrafías, aguafuertes, tinta china y collage que asombran a quien tiene en su pensamiento sólo a Cobi.
El Mariscal multidisciplinar (dibujante, diseñador, escultor, pintor, grabador e interiorista), posee además pasión y sentimiento. Sabe captar con ingenio espacios emblemáticos de la ciudad condal, o cualquier otro lugar que se le presente. Ostenta ese punto de locura con un cierto aire infantil, divertido, ecléctico, extravagante crítico que entusiasmo en los 90, pero que lamentablemente en la segunda década del siglo XXI, los cambios sociales, extremadamente vertiginosos, y las nuevas tecnologías, le han llevado al cierre de su estudio y a poner en venta buena parte de su amplia producción. Aunque no dudamos en que otros proyectos, tal vez de menor escala, ocupan ahora su tiempo, tal como manifestó en el número 89 de la revista Tendencias del mercado del pasado mes de enero.
En la muestra que ofrece Galeria Eude, pueden verse Paisajes Urbanos, plasmados en un conciso estilo de comic, y en el que se observa un montón de sillas de terraza ordenadamente desordenadas, como si tuvieran vida propia, interiores plagados de detalles que parecen surgir de la visión de una familia que habita en ellos, con un estilo muy mediterráneo, muy cálido, muy de Barcelona. Juegos de letras más grandes y más pequeñas que sin montar palabras, ni emitir sonidos, irrumpen con fuerza en el grabado, mostrando una diversidad de formas y estilos visualmente muy atractivos. La presencia de Animales da al ámbito expositivo el carácter de una peculiar “jungla” donde conviven los mismos junto con las letras, los interiores o Cobi, quien no podía faltar a esta cita de desbordante imaginación que Mariscal imprime a todas sus creaciones.
Una exposición agradable, entretenida, curiosa e incluso divertida que da a conocer a un magnífico y excepcional dibujante, que para unos puede resultar un descubrimiento mientras que para otros es el exponente del diseño y la imagen de una Barcelona vital y vibrante, al margen de connotaciones políticas y quimeras soberanistas.