Por César Massó, @cesar_masso, profesor de esgrima histórica y escénica

Como anexo al artículo de José Pichel El Quijote, un libro que todo científico debería leer publicado en EL ESPAÑOL el 28 de Marzo, habría que destacar el papel de la ciencia y su mención en el Quijote a través de un ámbito que suele pasar desapercibido. Éste es el de la esgrima o ciencia de las armas. D. Jerónimo Sánchez de Carranza publicaba en 1582 su afamado Diálogos de la filosofía de las armas y de su destreza, y de la agresión y defensión cristiana, obra que sentaría las bases de lo que se conocería como la Verdadera Destreza. Esta Verdadera Destreza es el primer método de esgrima plenamente español y estaría en uso civil o militar durante 400 años (hasta la desaparición de la espada o el sable como arma de uso en combate en las fuerzas armadas), y de manera deportiva hasta la actualidad. Aún hoy en día son numerosas las salas de Esgrima Histórica o HEMA (Historical European Martial Arts) que la practican.

La Verdadera Destreza presenta una revolución en el manejo de la espada, ya que por primera vez, y a diferencia de los tratados esgrimísticos italianos (Capoferro, Alfieri, etc) presenta la esgrima como una ciencia. Para los autores italianos la enseñanza de la esgrima se basaba en un “qué hay que hacer cuando el contrincante hace tal o cual cosa”, lo que representaba que el esgrimista tenía que tener en la cabeza un sinfín de acciones o “tretas” y decidir cuál era la que debía ser usada en cada momento en función de las acciones del contrincante. Una elección entre decenas de posibilidades en las milésimas de segundo que van entre la vida y el ser atravesado por la ropera de su enemigo. Carranza (y más adelante Pacheco de Narváez) elabora una ciencia de las armas, basada la ciencia: la geometría, la física, las matemáticas y la anatomía son aplicadas a la esgrima. Se enseña a esgrimir partiendo del conocimiento científico.

Esta revolución no lo fue sólo en el campo de la teoría sino también en el de la práctica. La fama que tenían los diestros (esgrimistas) españoles en Europa se debía precisamente a que utilizaban un método cuasi imbatible, ya que se basaba en leyes matemáticas - ¡Malditos españoles! Los maestros que enseñaban esta Nueva Ciencia (que sería también el título de una de las obras principales de Pacheco) proliferaron, así como las escuelas de esgrima y los tratados y manuales que incluso en el siglo XIX utilizaban los principios de la Verdadera Destreza.

Cervantes no era ajeno a esta aplicación científica, ya que era hombre de armas. Tanto es así que el Quijote hace mención a la misma:

-Mirad, bachiller-respondió el licenciado-, vos estáis en la más errada opinión del mundo acerca de la destreza de la espada, teniéndola por vana.

-Para mí no es opinión, sino verdad asentada-replicó Corchuelo-; y si queréis que os lo muestre con experiencia, espadas traéis, comodidad hay, yo pulsos y fuerzas tengo, que acompañadas de mi ánimo, que no es poco, os harán confesar que yo no me engaño. Apeaos, y usad de vuestro compás de pies, de vuestros círculos y vuestros ángulos y ciencia, que yo espero de haceros ver estrellas a mediodía con mi destreza moderna y zafia…” (Quijote, II, 19).

En lo que faltaba del camino les fue contando el licenciado las excelencias de la espada, con tantas razones demostrativas y con tantas figuras y demostraciones matemáticas, que todos quedaron enterados de la bondad de la ciencia (Quijote, II, 19; 789).

La “ciencia” que menciona Cervantes en estos pasajes no es otra sino esta nueva ciencia de la espada llamada destreza, el “compás de pies” es la nomenclatura que da Carranza a los movimientos que se hacen con los pies para desplazarse, y “vuestros círculos y vuestros ángulos” hacen referencia a las demostraciones geométricas que se usaban en dicho tratado. No sería en el Quijote la única vez que Cervantes alaba las virtudes de la destreza ni de su creador Carranza:

Si queréis ver en una igual balança

al ruvio Febo y colorado Marte,

procurad de mirar al gran Carrança,

de quien el uno y el otro no se parte.

En el veréis, amigas, pluma y lança

con tanta discreción, destreza y arte,

que la destreza, en partes dividida,

la tiene a sciencia y arte reduzida

(Galatea VI, 441, vv. 8–15)

Valga este pequeño artículo como mi homenaje al autor de la mayor de las obras de la literatura castellana y a una ciencia, la Verdadera Destreza, aún viva y practicada en clubes de esgrima de toda España.

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