El Quadern Robat (Barcelona) Elena Kervinen: el tejido secreto

El Quadern Robat

Por Marta Teixidó, crítica de arte

El hecho de crear una galería debe tener como sólido fundamento la profesionalidad, un profundo sentimiento de estima por lo que se exhibe y se ofrece, y por supuesto conocimiento extenso de los artistas que aportan sus creaciones. La finalidad de conseguir unos objetivos económicos, perfectamente legítimos, debe ser el colofón al trabajo bien hecho, y con ilusión por el mismo.

El Quadern Robat es una galería barcelonesa, con escasamente dos años de existencia, que sigue las directrices antes reseñadas, bajo la dirección de Anna Belsa, exresponsable de las exposiciones de la Joan Prats- Artgràfic. Con más de 25 años de experiencia en el sector, posee una gran capacidad para dirigir una sala, entusiasmo, amor y sobre todo pasión por su trabajo.

Un blog de memorias galeristícas que su directora ha ido escribiendo a lo largo de los últimos años ha dado denominación a la sala.  Un espacio de claridad diáfana y entorno agradable, de paredes blancas y una hermosa luz diurna, con clase, no apto para masificaciones, pero ideal para amantes del arte, coleccionistas en busca de piezas únicas y compradores ávidos de tener obra original.

Especializada en arte contemporáneo, y dentro de la amplia variedad de aspectos que abarca el mismo, en la mayoría de ocasiones los artistas ofrecen al público un mensaje de carácter absolutamente pendular, que va de la crítica a la técnica, sin pasar por otros eslabones que no sean obras desgarradoras, duras e impactantes y muy cripticas a otras donde el dominio de la técnica supera a la temática, quedando ésta más como excusa que como objeto de plasmación.

Sin embargo, en medio de la selva contemporánea, donde la abundancia de obras de perfil bajo es incuestionable, de pronto aparece alguien que con su obra invita al recogimiento y la reflexión, a buscar la paz interior y la serenidad dentro del caos que nos absorbe.

Tal definición se ajusta a Elena Kervinen, quien con su Tejido Secreto, muestra en la galería El Quadern Robat un total de 21 piezas, entre dibujos y mármoles, elaboradas en diferentes tonalidades de gris, aunque también se aprecia el enriquecimiento con lápices de colores y punta de oro, realizadas muchas de ellas sobre mármol blanco.

Una serie de obras en las que puede apreciarse una sensibilidad extrema, a través de unos paisajes imaginarios, llenos de misticismo que conducen al espectador a un plácido estado de sosiego, sin obviar el análisis y la introspección.

Varios de los trabajos están realizados en mármol. El hecho de trabajar con el mismo demuestra la pureza y el carácter de su obra, al ser éste un duro y noble, extraído de la tierra, que contacta con el ser humano bien a través de construcciones arquitectónicas, o de elementos pertenecientes a las mismas, pero que en realidad no deja de formar parte de nuestra vida cotidiana. Curiosamente la artista, que descubrió el mármol en el 2006, gracias a la petición de un dibujo por parte de un amigo, y que ella decidió realizarlo en este material, implica en el mensaje de su obra las líneas infinitas e invisibles que unen personas y circunstancias, y que el común de los mortales entiende por casualidad.

Sus espirituales paisajes plantean también la idea de la muerte como un principio de un ciclo distinto de vida, sin dejar de formar parte de la existencia mortal. Se trata del inicio de un viaje sin retorno, un éxodo de paisajes etéreos, libres, luminosos y de gris radiante, y a la vez tremendamente nórdicos. Espacios plagados de leyenda y fantasía, de consciente y subconsciente. Entramados, mimbres, redes que Kervinen teje alrededor de todos los elementos que pueblan el misticismo, que en absoluto llega la enajenación o al arrebato, sino a una serenidad, totalmente imprescindible en nuestra estresante vida.

El mensaje extático se entremezcla también con una técnica depurada, elegante y exquisita. Una belleza contemplativa, de reflexión profunda, de recogimiento intenso y de armonía infinita.

Una muestra atractiva, sugerente, subyugante, no exenta de cierto misterio y muy destinada especialmente a personas de gran fluidez espiritual, y que podría resumirse en un proverbio chino, una filosofía a la que Kervinen se siente muy identificada: “El hombre bueno se conforma con mirar la montaña. El hombre sabio siempre buscará en la profundidad del mar".