Por Mario Martín Lucas
WikiLeaks, los papeles de Panamá, la lista Falciani, los correos electrónicos de Blesa a través de los que se conocieron los beneficiarios de tarjetas Black, los papeles de Bárcenas, la lista de morosos fiscales publicada por Hacienda, etc… son sólo ejemplos de las pruebas que justifican que nuestras peores sospechas, como ciudadanos, sobre la honradez de ciertos políticos o empresarios, se hayan visto más que superadas.
Antes teníamos suspicacias, que justificaban charlas de café, o sobremesa, sobre aquello de que alguien había dicho que tenía un amigo que decía haber visto a aquel subsecretario del ministerio hacer aquello, pero ahora tenemos, cada día, nuevas informaciones sobre granujas y mangantes que habitan nuestro sistema; sí, aquel constituido tras la Transición y que antes idealizábamos como “niños embobados”, hasta que, abruptamente, se nos cayó el velo que no dejaba a nuestros ojos ver con claridad, para darnos cuenta, que nuestra actualidad nada tiene que envidiar a las tramas de las películas de cine negro de los años 40 o 50, demostrándonos, una vez más, que la realidad supera la ficción.corrupción.
¡Estamos rodeados!, los hay en el Parlamento, en las autonomías, en la administración central, en los ayuntamientos, en los aparatos de los partidos políticos, etc… pero también en la monarquía, en la banca, en las grandes empresas, en los medios de comunicación, en los clubes deportivos o entre nuestro famoseo; nuestra indignación es tan alta, como el convencimiento de estos trincantes de que cualquiera en su situación, también hubiera “metido la mano”, deslizándonos a la cara la afirmación de: “vosotros haríais lo mismo”.
No se trata ahora y en estas líneas, en ser exhaustivo con nombres que todos tenemos en nuestras cabezas, ya que son públicos a través de las pantallas de las televisiones, de las ondas de las radios o en las portadas de prensa escrita.
Entre Panamá, Andorra, Suiza, Liechtenstein, Bahamas, Bermudas, Islas Vírgenes, Mónaco, Seychelles o Jersey, parece que quien no tiene una cuenta en un paraíso fiscal, “offshore” por supuesto, no es nadie en España.evasion fiscal
Nada de libre mercado en el solar patrio, el liberalismo del que se presume es solo de boquilla, los negocios se hacen gracias al amiguismo, a ritmo del tres por ciento, cuando no del cinco o del diez, de facturas ficcionadas y de testaferros.
Solo el sumatorio del importe de los depósitos y patrimonio en el extranjero de estos “afortunados” españoles se aproxima a los 160.000 millones de euros, a lo que habría que añadir el valor de las prebendas que circulan por el interior, entre sueldos, contratos, gastos de representación y complementos…¡nos han robado!, pero no solo dinero, sino sobre todo la confianza en el proyecto de país y en nuestro futuro.
Hoy leía un tuit del cuerdo José Luis Cuerda, que decía: “Estamos llenando todo de vacíos”, sobre el que yo apostillaría, nos lo han dejado todo vacío …entre granujas y mangantes.