Varios estudiantes en un aula de la Universidad Pompeu Fabra  de Barcelona.

Varios estudiantes en un aula de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. EFE

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El síndrome de la titulitis

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Por Luis Francisco Castaño Sebastián

Un término que comenzó a proliferar allá por el 2011, y que desde entonces nos deleita día tras día con grandes titulares cómo “el 10% de los licenciados sale del país para encontrar trabajo.” o “el 40% de los licenciados están sobrecualificados para los trabajos que desempeñan.” Y cuanto más los leo, mas me da la risa. Creo que los titulares correctos serían algo así cómo “el 10% de los licenciados sale del país para encontrar trabajo, por favor, llévense al menos otro 40% del restante, Gracias.” y “el 40% de los licenciados están sobretitulados para los trabajos que desempeñan, el 60%, desgraciadamente están infracualificados para el mismo.”

El síndrome de la titulitis bien podría ser "las estampitas del siglo XXI”. Caros títulos y certificados que en numerosos casos, esconden mero aire tras ellos. Una forma de infravalorar el talento, la valía y la dedicación. Y es que se ha generado una expectación tal con estos, que parece que no disponer de algún título, te convierte en un despojo inepto, y sin aptitudes y actitud. Incluso te tildarán de vago, holgazán, vividor… ¿Y qué hará está persona que no estudia, por Dios? Pues quizás aprovechar el tiempo y aprender algo diferente a lo mismo que aprenden en manada, algo diferente a la misma teoría aprendida por millares ¿No se os ha ocurrido pensarlo? Sí, debería salir mas en la tele el adjetivo “autodidacta”, hay mundo detrás del material preestablecido para ostentar un título.

Tenemos la manía de confundir términos en este país, y es que no es lo mismo sobrecualificado, que sobretitulado, no es lo mismo tener un título, que tener valía y por tanto aunque aún injusta, debería ser la misma la puerta de entrada para quienes disponen de títulos y para quienes disponen de talento y valía. Un país con demasiados títulos y escaso talento. Y es que son las mismas empresas las que promueven tal despropósito. Anglicismos con los que se nos llena la boca, y se nos escapa el talento. CIO, CTO, CEO, CMO, CFO, senior, junior, y es toda la misma mierda con diferente etiqueta, mas con el bolsillo lleno, pues hay que amortizar lo invertido en títulos: vaya, es cómo si habláramos de política…

Quien vale no está o se le entierra y quien no vale prolifera. Deberían pasar mas reconocimientos en los trabajos, y hacer una búsqueda exhaustiva de llagas. Por si fuera poco, tenemos hasta listados de títulos laborales… Es cómo si en mi casa uno supiera poner la lavadora, otro usar la plancha, otro encender el fuego y otro echar el aceite y freír un huevo, pero no le pida que desempeñe dos labores, pues lo cortocircuitará.

Un país en el que papel en mano repleto de títulos anglosajones, sorteamos una seria de preguntas, compramos vaselina en la farmacia, y dejamos entrar la incompetencia por la puerta, mientras el talento queda a las puertas por incapacidad de comprar los tan ansiados títulos, y por falta de oportunidad para demostrar la valía.

Un país en el que día a día vemos cómo crece el paro y nos desesperamos, pero ciertamente, debería haber aún mas paro por desgracia. Titulados narcisistas que sienten que un papel enmarcado les otorga superioridad y grandeza, pero lo cierto es que deberían dar los títulos con una dosis de al menos 50 ml de humildad y otros 50 de realidad. Debería empezar a escandalizarnos que escasee el talento, la valía, el autoaprendizaje, la falta de conocimientos prácticos y no teóricos, y es que la falta de relación laboral, no exime el autoaprendizaje. Una era conectada en la que el límite de formación y práctica la pone la dejadez y la comodidad de la sociedad, y no la incapacidad de desarrollar relaciones laborales. Una era en la que la falta de formación tan sólo debería achacarse a la “pereza española”

Si preferimos pasar las horas de bares, fiesta, y disfrute, por favor, no lloremos entonces por la falta de empleo o la falta de formación, pues lo único necesario para desarrollarnos cómo personas (laboralmente hablando), son ganas y no sollozos.

Un síndrome que no sólo afecta a relaciones laborales, si no a empresariales quizás por demás. Promovemos la necesidad de disponer de bonitos estampados (certificados bien caros por cierto, y es que hay buen negocio) para dar credibilidad y supuesto valor añadido. Títulos y certificados que bien adornan y enmascaran la incompetencia, mas esconden el talento por la incapacidad de sufragarlos. Empresas que esconden incompetencia cara, pues hay que recuperar lo invertido en la titulitis, pero que de nuevo ostentan mayor importancia y “competencia” gracias a la inversión en “estampitas”.

Bien puede parecer que alguien me haya arrebatado el puesto de mi vida y esto sea una pataleta desencadenada por ello, pero no… Soy un mero autónomo que colabora con varias empresas, y salvo necesidad imperiosa, no deseo trabajar por cuenta ajena.

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