Por Jose Tomás Cruz Varela

(De mi puño y tekla)

Intentar ganar unas elecciones amedrentando ancianos no parece precisamente muy ético, pero lo cierto es que al PP siempre le ha proporcionado óptimos resultados, de ahí que continúen utilizando la misma estrategia. Los triunfos deben obtenerse explicando el programa electoral con lenguaje perfectamente entendible y no a golpe de descalificaciones, como abusan los partidos en general y el PP en particular. Si como afirman los conservadores, 3,5 millones de sus votos fueron a parar a Ciudadanos, lo que debería preocuparles son los motivos por los cuales supuestamente se produjo tal trasvase y tratar de evitarlo con argumentos coherentes a lo largo de la próxima campaña.

Si el Partido Popular, con su cuestionado presidente en funciones, aspira a una segunda legislatura, deberán cuidar mucho más al colectivo joven, pero si insisten en infundir miedos, lo único que lograrán será favorecer al partido de Alberto Rivera, que seguirá presentándose como una opción reformista de centro con la opción de poder pactar con cualquiera de los dos grandes partidos.

Rajoy está rabioso e indignado con el líder de Ciudadanos, no solo por las continuas denuncias contra la corrupción del PP, que son una realidad palpable. Es increíble, amén de ofensivo, que nadie detectara la red delictiva y perfectamente orquestada que estaba funcionando en la comunidad de Madrid. Son demasiados los cómplices necesarios, y si no se enteraron, muy mal. Si lo ocultaron y permitieron, peor, pero si además participaron activamente y se lucraron, que sean juzgados y en caso de ser declarados culpables, devuelvan lo robado y terminen con sus huesos en la cárcel.

Lo que más le hiere al presidente en funciones es que Rivera (Ciudadanos) ha sido el político que con mayor insistencia se ha pronunciado en su contra, alegando que solo pactará con los populares en el caso de que no sea el citado Rajoy quien repita como candidato. Petición que aclara y repite insistentemente cada vez que surge la oportunidad en sus apariciones públicas. Tal postura es lo que no soporta al líder popular al negarle abiertamente la opción a una segunda legislatura, no al partido sino directamente a su persona.

Rajoy está convencido de que todo pasa por arañar unos cuantos votos más y es un un error. Si en efecto se propone la necesaria “regeneración” del partido, ahora tendrá una oportunidad de oro para sacudirse a unos cuantos indeseables, evitando que formen parte de las candidaturas y sustituyéndolos por gente nueva y preparada, joven, libres de toda sospecha, sin pasados turbios y que saben como conectar con los votantes jóvenes porque hablan su lenguaje. Y en paralelo, apartar a todo ese colectivo de carcas, en la línea de Cospedal García, Barberá, etc. cuyas apariciones televisivas lo único que producen son repudio y pérdida de votos.

Ahora, a los sufridos ciudadanos solo nos resta aguantar la insufrible campaña electoral y comprobar si nuestros políticos han aprendido algo de sus múltiples errores, aunque mucho nos tememos que asistiremos a un “más de lo mismo” con las peligrosas consecuencias que tal ineptitud pueda proporcionarnos. Tal como está la compleja situación y la categoría de los oponentes, entra dentro de lo posible que Rajoy alcanzase la tan ansiada e inmerecida segunda legislatura, pero a la postre, la acumulación y descubrimiento de nuevos casos de corrupción pondrán fin a su mediocre carrera política.

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