Ideologías

Por Rafael Maria Molina Escondrillas

El Partido Popular se ha enrocado en un discurso apocalíptico para las elecciones del 26 de junio. La elección es entre yo o el caos, dicen. Desprecian a sus adversarios, advirtiendo del peligro de la coalición Unidos-Podemos y su posible alianza tanto con el PSOE como con Ciudadanos, partido al que califican de “centro-izquierda”.

En un capítulo de la segunda temporada de El ala oeste de la Casa Blanca, un miembro del equipo del presidente Bartlet, Sam Seaborn, acude a un programa de televisión a debatir con una abogada republicana, Ainsley Hayes, que destroza a Sam. El hecho, además de producir cierta burla entre los miembros del gabinete del presidente, suscita una polémica. Ante los argumentos expuestos por Hayes y la coherencia de los mismos, el presidente pide que soliciten su contratación como asesora legal de la Casa Blanca, algo a lo que son reticentes los miembros de su equipo por su ideología republicana. Al presidente, sin embargo, no le importa que sea “enemiga política”. La quiere a su lado porque es brillante. Ella acepta el puesto como servicio al país.

En un país tan fragmentado políticamente como España, con cuatro grandes partidos, con una cantidad importante de votos, no deberían importar las ideologías. Ante una necesaria negociación post-electoral, deberían escucharse unos a otros y valorar las ideas de los adversarios. Claro que para eso sería necesario querer mejorar el país y no, simplemente, ostentar el poder.