Por Mario Martín Lucas

Rato, Blesa, Granados, Bárcenas, Carlos Fabra, López Viejo, Jesús Merino, José Galeote, Alfonso Bosch, Ginés López, Jesús Sepulveda, Ricardo Costa, Vicente Rambla, Juan Cotino, Rita Barberá, Sonia Castedo, Ángel Sanchís, Díaz Alperi, Ripoll, Jaume Matas, Baltar, Rafael Blasco, Alvaro Lapuerta, etc… son militantes, o ex-militantes populares que han protagonizado algunos de los más sonados casos de corrupción en España; se llamen “Púnica”, “Acuamed”, “Gürtel”, “Bankia”, ˝Brugal”, ˝Caja B”, “Imelsa”, “Naseiro”, “Palma Arena”, “Parques Eólicos”, “Pokemon”, “Tunel del Soller”, “Taula”, “Nóos”, “Andratx”…

Mientras desde el PP nos repiten, constantemente, que “meter la mano en la caja” es un comportamiento humano, vinculado a la voluntad individual de las personas y no a una determinada organización. Pero lo que es evidente es que la selección de personas con responsabilidades políticas en esa formación es algo más que mejorable y que la concentración de esos casos en esas filas es algo que no debería ser baladí para la ciudadania española en un momento como éste: en plena campaña electoral; en la cual esa misma formación, a pesar de todo, sigue encabezando las encuestas, como minoría política con mayor apoyo.

Equivocarse es humano y nadie está libre de ello. Pero hacerlo en un determinado sentido, en el que, quien toma la decisión, forma parte de los beneficiados, debería exigir de la sociedad una reprobación e, incluso, la inhabilitación.

¿Que porcentaje será necesario para que la consideración de “casos aislados” salte por los aires? Porque hay lugares, como en Valencia ciudad, en que nueve de los diez concejales del PP han sido imputados. Sin embargo desde la sede de c/ Genova sigue emitiéndose el mensaje de los “casos aislados”, mientras quien fue la alcaldesa de esa ciudad, Rita Barberá, sigue cobrando como senadora, con las cámaras parlamentarias disueltas, sin haberse presentado a las elecciones y con el respaldo de la dirección del Partido Popular, más allá de algún titular en prensa.

Quizás para entender la situación habría que hacerlo bajo el prisma de Johann Wolfgang Goethe, quien afirmó: “¿que es lo general?, el caso aislado”; para entender y comprender hasta qué punto la corrupción parece no afectar al voto popular, a pesar de todo.

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