Por César Sampedro Sánchez

De nuevo soy Ismael y navego a bordo del Pequod. Esta vez la ballena, Moby Dick, se había transmutado en una forma monstruosa llamada sorpasso, anunciada por todas las teles, por todas las encuestas. El capitán Ahab, obsesionado siempre con su objetivo, ha resistido el envite, no ha sido devorado, como lo fue Jonás, por la ballena. La tripulación cansada por los efectos de la tormenta descansa y repone fuerzas. Converso con el amigable arponero Queequeg.

Es una escena que podría perfectamente representar las sensaciones que se pueden experimentan ahora mismo en Ferraz. Lo cierto es que, después de todo, Pedro Sánchez ha conseguido salvar los muebles en su partido. Todas las encuestas anunciaban su debacle, casi desaparición, todas las teles repicaban el mismo mensaje. En esta ocasión, además o junto a las dimisiones de políticos, habría que pedir las de los presidentes de las empresas demoscópicas, porque el fallo, no diremos si premeditado o no, en esta ocasión ha sido colosal, incluida el de las israelitas, a las que siempre se les supone una mayor fiabilidad.

No siempre el voto, como la tierra es para quien se la trabaja, pero en esta ocasión, creemos que Pedro Sánchez se lo ha currado, trabajando con denuedo, puerta a puerta, mientras a otros partidos se le ofrecían minutos interminables de televisión. Ha conseguido lo que los sondeos y los analistas le negaban, logrando casi un empate con los resultados de diciembre al perder sólo cinco escaños, lo que representa un mal menor. Sobre todo se ha conseguido la victoria en un frente muy importante: impedir el sorpasso que se daba por hecho. Ha ganado a Unidos Podemos que junto a Izquierda Unida y sus confluencias, no ha conseguido superar ni en un escaño lo logrado por separado.

Parece que la parroquia socialista, a pesar de la inestimable ayuda de muchos barones, ha valorado el esfuerzo de su secretario general y muchos han acudido a las urnas resistiendo la tentación de aprovechar el bueno tiempo para lanzarse a la playa a la montaña, o simplemente quedarse en el sofá de casa. Sin embargo, como reconoció Sánchez en la misma noche electoral, los resultados han sido insuficientes.

Lo más probable es que siga gobernando Mariano Rajoy, que ha salido reforzado. Queda claro que al PP no le afectan los escándalos de corrupción al igual que pasan factura en otros partidos. Necesaria la ironía del maestro Miguel Ángel Aguilar en estos días cuando dice que “a Rajoy sólo le ha faltado un escándalo para la mayoría absoluta”. Rajoy ha recuperado 14 escaños del voto de Ciudadanos, el gran perdedor de estos comicios, en parte por el citado trasvase, también por una obsoleta ley electoral que favorece en exceso a los mayoritarios y debería ser cambiada.

Sin embargo, a Rajoy no le va a resultar fácil formar gobierno. Mucho menos complicado con estos resultados será el escenario interno que afrontará Sánchez, por cuanto a que su compañera Susana Díaz deberá permanecer en Andalucía para salvar el suelo electoral. El PSOE debe plantearse en el próximo congreso que no debiera retrasarse, recuperar en la medida de lo posible una presencia relevante en toda España. El objetivo debiera ser conseguir, como ocurría en tiempos de Felipe González, una dimensión que podía presumir justamente de vertebrar España.

***César Sampedro Sánchez es doctor en Historia.

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