Por José Tomás Cruz Varela
El sorprendente resultado obtenido en las últimas elecciones generales del 26-J por Unidos Podemos, ha supuesto tal descalabro que resulta muy difícil encontrar justificaciones a tenor de las expectativas que se habían creado, propiciadas en parte por los resultados de la mayoría de las encuestas de opinión realizadas y publicadas.
Tras el soberano fracaso y como suele suceder, ha desembocado en mutuos reproches y generando inevitables divisiones internas por la disparidad de criterios entre errejonianos y pablinos . Para el colectivo más afín a Iñigo Errejón, de pijo gentilicio, cuidado desaliño indumentario y número dos del partido, el presunto responsable de la debacle ha sido Pablo Iglesias con su cerrada defensa de pactar con los comunistas de Izquierda Unida, capitaneados por Alberto Garzón y presentarse en coalición a los comicios celebrados el pasado domingo día 26, propalando a los cuatro vientos que tal pacto supondría un indiscutible incremento en votos y escaños. Nada más lejos de la realidad al haber cosechando un gran fracaso y arrastrando a Podemos a perder su imagen de “transversalidad" que con tanto esfuerzo cultivaron y cuidaron los podemitas.
Al parecer, lo que más le ha dolido al rencoroso Iglesias es el tener que reconocer, aunque lo niegue, que tiempo atrás fue precisamente Errejón quien pronunció la críptica frase de que “los acuerdos que se hacen bien, multiplican, y los que se hacen mal incluso dividen”. En efecto, tal error le ha supuesto a Unidos Podemos la pérdida de 1,2 millones de votos con respecto al 20-D y con el agravante de no haberse conseguido ni un solo escaño más.
Por su parte, los pablinos tratan de achacar el desastre al fallido diseño de campaña efectuado por Errejón. Los mensajes enviados a simpatizantes y militantes han sido demasiados y confusos, como la tan criticada ridiculez de vincular la campaña con el catálogo de Ikea sin la más mínima repercusión, errores resaltados por el eterno resentido Juan Carlos Monedero, que más que críticas utilizó burlas, aprovechando como siempre todas las oportunidades para desprestigiar a Errejón con su mala baba. Nunca ha admitido su dimisión de la dirección del partido ni lo hará jamás, continuando con sus típicas descalificaciones, versión pobre del ocurrente y mordaz político socialista Alfonso Guerra.
Podemos, entre sus últimos despropósitos, ha desaprovechado los malos momentos por los que estaba pasando el PP a costa de los diversos casos de corrupción para incrementar su incipiente prestigio y popularidad esencialmente entre los jóvenes, que por circunstancias desconocidas tampoco han acudido a las urnas masivamente como se esperaba. Lo cierto es que una gran parte de la ciudadanía, influida por el clamor de los sondeos de opinión, estaba convencida de que el "sorpasso" al PSOE era incuestionable, e incluso, por parte de algunos (la figura del pelota existe en todos los partidos), se contemplaba la posibilidad de llevar a Pablo Iglesias a la Moncloa.
A tenor de los paupérrimos resultados obtenidos, con independencia de todas las disculpas y versiones que se puedan aportar, ha quedado palmariamente demostrado que los dirigentes de la formación nacida al rebufo de los indignados del 15-M no están preparados para gobernar ni capacitados para gestionar las responsabilidades que conllevan ayuntamientos como los de de Madrid y Barcelona por poner un ejemplo. siendo algo mucho mas complejo de lo que imaginaban.
En Podemos han optado por evitar la autocrítica y continuar debatiendo sobre las posibles causas de la pérdida tan abultada de votos en seis meses. Algunos de sus dirigentes, entre los que se encuentra Pablo Iglesias, contemplan la fantástica y peregrina idea de que "muchos de sus votantes tuvieron miedo a lo nuevo y se marcharon a la abstención por temor a que realmente gobernaran". Supone un insulto a la inteligencia que se pueda alegar semejante despropósito, si bien matizan que continuaran buscando otros factores que pudiesen haber incidido en los indeseados resultados (menos mal), admitiendo el discutir sobre el viraje hacia la socialdemocracia, vincularse a IU o el Brexit. Eso sí, según Pablo Echenique, a la figura del candidato ni tocarla, dando por hecho que nadie en Podemos considera que Iglesias pudiese representar un factor negativo,por lo que ni siquiera está previsto plantear dicha pregunta a la militancia.
Iglesias no solo defiende la coalición con IU sino que se debe "consolidar, fortalecer y ampliar" la candidatura de Unidos Podemos. Todo ello para incidir en que la alianza con IU no el origen dela pérdida de votos, ya que estaba funcionando tan bien que hasta han tenido posibilidades de gobernar, razón por la cual muchos de sus simpatizantes se echaron atrás. Majadería que obviamente no comparten otros dirigentes entre los que se encuentra Errejón. Los jóvenes de Podemos comparten muchas aspiraciones tendentes a lograr un cambio en España, pero no el vincularse a partidos comunistas-leninistas que son testimoniales en nuestro país.
Los ciudadanos esperaban mayor seriedad por parte de la formación emergente, pero de eso a afirmar que los votantes se marcharon por "miedo" a tener que gobernar, suena a mofa, befa y chascarrillo pobre. Como si Iglesias se negara a ser presidente alegando que no está dispuesto a ponerse un traje (aunque le quedaría como a un Cristo unas pistolas). Tiempo al tiempo.