Por Mario Martín Lucas

(Crítica teatral a "MBIG", adaptación del Macbeth de Shakespeare en formato "teatro off", de La pensión de las pulgas)

Con el final de la temporada teatral madrileña se consuma una mala noticia para quienes disfrutamos del teatro en cercanía y los aficionados en general: “La pensión de las pulgas” echa el cierre, como ya lo hicieron otras valientes y acertadas propuestas del boom creativo del “teatro off” de Madrid. La falta de viabilidad económica se lleva por delante otra nueva víctima. La echaremos de menos, aunque seguiremos buscando, como si de una aguja en un pajar se tratase, para disfrutar de estupendas “perlas” como las que nos han brindado espacios escénicos tan innovadores como éste, que para su despedida ha vuelto a programar su producción MBIG, en una gran alegoría de la situación general social que nos envuelve.

La propuesta de presentarnos el clásico de Shakespeare, Macbeth, recreado por diez actores, a centímetros de los treinta espectadores de cada función es muy acertada. Este Macbeth transpira, llegando al espectador a través de su epidermis, y lo hace desde el primer momento en que dos personajes femeninos ocupan el despacho de la empresa multinacional “Mc Beth International Group”, perturbándonos, desasosegándonos. ¿Quiénes son?; en el programa de mano se anuncian dos brujas, esa es su apariencia pero su realidad es menos lírica y mucho más pegada a nuestra misma cotidaneidad. Pero prosigamos…

La encantadora Camelia (personaje no original en el texto, creado para la ocasión por José Martret y tras un gran trabajo de Raquel Pérez) nos presenta la escena, donde el presidente (rey) de la compañía, Duncan, acaba de nombrar su “número dos” y alter ego en la empresa a Macbeth, pero todo lo conseguido, todo lo que ya tiene, no le satisface, quiere más, y su ambición va unida a la de su mujer Lady Macbeth que le alienta, mientras las brujas le predicen que, en el futuro, será rey (presidente de la compañía). Esa visión del éxito solo tiene un camino para él, crimen mediante, ya no habrá tregua, ni paz, solo existe su objetivo y el plan queda trazado para conseguirlo.

José Martret, director y adaptador del texto, y Alberto Puraenvidia, responsable del espacio escénico, traen hasta nuestra actualidad la trama creada por Shakespeare, trasladándola en lugar de un país y su corte, a las miserias de cualquiera de nuestras empresas, donde la lucha por el poder, la venganza, las “puñaladas” y por supuesto, también los despidos forman parte del día a día, aunque las únicas palabras que se pronuncien mientras tanto, sean eficiencia, eficacia, efectividad, productividad, equipo, responsabilidad, valor añadido, éxito, ventas por empleado, etc… y alguna vez, muy en voz baja, fracaso, junto con un dedo acusador.

El esfuerzo de situar el trabajo de diez actores ante un público de treinta personas es más que de agradecer y, además, el resultado es notable y muy homogéneo en el conjunto de las interpretaciones, si bien destaco a Raquel Pérez en el personaje de Camelia, con gran naturalidad y frescura, haciendo crecer la escena en cada una de sus apariciones, incluyendo un número musical que realiza de forma correcta; Pilar Matas y Maribel Luis en los personajes de “las brujas” son capaces de manejar perfiles de terror y comedia a la vez, haciéndose importantes en la trama. Olga Rodriguez, como Lady Macbeth nos muestra la complejidad del personaje, primero desde la soberbia y finalmente desde la desesperación, consiguiendo una efectista, y nada fácil, escena de sexo explícito con Macbeth que, acertadamente, se busca salvaje y alejada de cualquier sentimiento amoroso. Francisco Boira en el difícil papel protagonista consigue momentos de gran intensidad, especialmente en la fase del desenlace de la trama, con alguna irregularidad en sus prestaciones, especialmente al inicio, no obstante lo cual su trabajo ha sido reconocido con diversos premios y tiene un indudable mérito. Aitor Merino como Banquo, Raúl Tejón como Macduff, Javier Mejía como Ross, José Olmo como Duncan y Javier Ruiz de Somalia como Malcom aportan efectividad en sus trabajos para conseguir un más que correcto resultado coral de la interpretación.

MBIG cuenta con más de trescientas cincuenta representaciones, con tres candidaturas a los premios Max de teatro, un premio para Francisco Boira como mejor actor 2015 “Madrid es teatro” y una crítica unánimemente favorable, a la que me sumo, fundamentalmente por el titánico esfuerzo que supone plantear esta producción desde los medios de “La pensión de las pulgas”, aportando una interesante adaptación al texto de Shakespeare, todo ello desde la calidad y con capacidad de sorpresa ante el espectador. Un muy buen trabajo que merece ser reconocido, con la esperanza de que espacios como éste, a pesar de la crisis, del IVA cultural y de otras preferencias mayoritarias, se abran paso para nuestro deleite. ¡Viva el teatro!

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