Por Alejandro Pérez-Montaut Martí, @alejandropmm
Manuela Carmena lo ha vuelto a hacer. Si pensábamos que ya no podía magnificar más su imagen y la de su propio partido a costa del conjunto de los españoles, sin duda nos equivocábamos. La alcaldesa de Madrid ha decidido poner en marcha, junto a la brillante colaboración de Celia Mayer, una emisora de radio municipal que, según dice su edil de Cultura, será una herramienta que servirá como canal de comunicación con los madrileños. No obstante, este ambicioso proyecto sufre ya los achaques propios de una cuestionable gestión.
Radio M21, el nuevo juguete del caprichoso equipo de Ahora Madrid, ha comenzado con mal pie. Para empezar, el único grupo político que no ha criticado este proyecto ha sido el mismo que lo ha impulsado, cubriendo de falsa objetividad al indiscreto sectarismo que practican. Al parecer, las contrataciones no han sido del todo transparentes, como suele ser habitual por parte del actual Gobierno de la capital. Así, el nepotismo vuelve a ensombrecer la gestión de Carmena, sobre todo si alzamos la mirada y la fijamos en el mandamás de la futura emisora, Jacobo Rivero.
El periodista, que antaño trabajó como corresponsal en España de la televisión del régimen de Hugo Chávez, emprende hoy un nuevo proyecto de la mano de los que desde aquí añorarán siempre al dictador y sus mezquinas prácticas utilizando la cantinela soporífera de siempre. Estoy convencido aún así de que Carmena ha abierto la puerta a los 70.000 euros que entrarán en el bolsillo de Rivero una vez puesta en marcha la emisora, además de por su currículum en la prensa -o más bien, servidumbre mediática- internacional, por la dilatada experiencia profesional de Rivero escribiendo biografías de personas que no alcanzan los cuarenta años y cuya carrera política se podría resumir en cuatro palabras mal contadas.
Según Celia Mayer, el proyecto pretende ser un canal que facilite y acerque la cultura a los madrileños de una forma imparcial, para seguir construyendo Madrid entre todos. La ambigüedad de las declaraciones de Mayer deja en evidencia, como de costumbre, la insolvencia de sus ideas. Con centenares de miles de euros destinados a tertulianos y colaboradores, la edil de Cultura asegura que el canal de radio estará libre de toda ideología política.
Así, desde Ahora Madrid tratan de proyectar en nuestras mentes una emisora repleta de cultura e información objetiva, dos pilares básicos de una sociedad, que, si se gestionan de manera imprudente cayendo en las manos inadecuadas, pueden llegar a convertirse en una herramienta muy peligrosa pero a la vez atractiva para los que apuestan por el modelo mediático de países sumidos en la represión. No podemos evitar pensar en la turbidez de esas ondas radiofónicas al ver que parte de la gestión también recae sobre la dicharachera reportera Rita Maestre, ahora concejala, que en su época de estudiante se sumergía en el soviet de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense para gestar la tórpida revolución marxista que a día de hoy no logra alcanzar el límite deseado por Iglesias y compañía.
Con un proyecto endeble y marcado por los dedazos y la falta de transparencia, Ahora Madrid decide defender su postura atacando a la oposición, que pide explicaciones, en lugar de elaborar sólidos argumentos para convencer al resto de grupos políticos.
Por otro lado, en una ciudad donde su propio Ayuntamiento espanta a los inversores extranjeros y donde no se invierte en limpieza, obra pública ni infraestructura, una cuantiosa partida presupuestaria va paradójicamente destinada a paliar el síndrome de abstinencia ideológico de su Gobierno. Un dinero que, en lugar de destinarse a mejorar la situación real de los madrileños, se inyecta directamente en el bolsillo de aquellos a los que hay que colocar en algún cargo que yo llamaría "de confianza".
Esas políticas sociales que prometían, caen en el ostracismo cuando Carmena y los suyos tratan de manipular -o hacer suya- la opinión pública para así maquillar la realidad de su mandato, lucrándose gracias a la verdadera pobreza contra la que no luchan, pues no tienen ninguna intención de hacerlo. Esa emisora tendrá sin duda una desvergonzada palabrería socialista que no dará empleo ni comida a los madrileños en situación desfavorable.
Iglesias y los suyos han pasado de gestionar una televisión financiada por el dinero de todos los venezolanos a construirse su fuerte radiofónico, pero esta vez utilizando nuestro dinero. No importa el cómo, la cuestión es que el parné de su amado pueblo no deje de gotear para así regar las infraestructuras cuyo único objetivo es el adoctrinamiento de la sociedad civil.
Mientras tanto, la menguante horda tuitera de siempre, cegada por el caduco fervor comunista, acude a la carga aprobando esa estéril inversión, argumentando que ya era hora de que algún medio de comunicación fuera controlado por la izquierda. Pavorosos comentarios, sin duda, de aquellos que prefieren una sociedad lobotomizada antes que una sociedad activa y con criterio.
Termino con esta cita de Diderot, que me vino a la mente nada más leer la primera noticia sobre este disparate:
"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula
y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga".