El adiós peligroso de un ególatra
Por Ángel Alonso Pachón
No hay que tener miedo a lo que se ve y se palpa. Hay que preocuparse del que desaparece y se lanza al monte de las conquistas personalistas. Hay que preocuparse del político que predica: “Yo o la destrucción”.
Señor Pedro Sánchez, no le ciegue su obsesión por el poder. Existen millones de españoles con millones de ideas, con millones de errores, con millones de tropezones y con millones de triunfos… ¡Abra la historia! ¡Estúdiela!
Millones de españoles durante siglos han llegado a la meta sudorosos, temblando, sin respiración… unos sonriendo, otros secándose las lágrimas… Todos, señor Pedro Sánchez, todos… se dieron la mano, se ayudaron del otro para levantarse, se abrazaron y apretando los puños, se prometieron seguir entrenándose en equipo.
Recorra España… ¡Toda España!... Verá que esa España no está gangrenada… está herida de fatiga, de trabajo pobre, de ilusiones rotas... ¡Sí!… Sí, pero esa España no maldice al vecino, ni escupe soberbia en la plaza del pueblo, ni retira la mano a ningún compañero… ¡No!… ¡No!
Todos, todos los santones lloran sus verdades... Ninguno de ellos ha muerto por la vida de los demás.