Por Manuel López Sampalo, @mlsampalo91
La política nacional se ha vuelto entretenida, y ese es un pésimo síntoma para la salud democrática del país. La política per se debe ser aburrida, primando el contenido sobre el conteniente y los hechos sobre los gestos. Pero no nos atraen las épocas de estabilidad democrática. Nos gusta leer novelas sobre la Guerra Civil española o la II Guerra Mundial, disfrutamos viendo Narcos o Juego de Tronos.
La Sexta, secundada en menor medida por otros medios, ha hecho de la política un espectáculo -cual si de retransmisiones futbolísticas se tratase-: previas, análisis, post partidos, entrevistas a pie de Congreso... Sobra decir que los podemos y los rufianes son los mejores actores ante cámara: sus discursos y actos enlatados, fáciles, agresivos, desafiantes, sarcásticos y populistas entretienen mucho. Lo de Rajoy, lo de Hernando (Antonio) o incluso lo de Rivera -que ha sabido institucionalizarse- aburre hasta el sopor.
Vivimos en la sociedad de la imagen y de lo instantáneo; no nos paramos a reflexionar, no escuchamos, no leemos... Esto ha sido aprovechado por un grupo endogámico de señores y señoras de ideales izquierdistas extremos y muy rancios, quienes de manera muy hábil se han camuflado en una coyuntura adversa para atraerse al redil nacional; impulsados por una televisión cedida en exclusiva por el gobierno de Rajoy a sus intereses -con el fin de derrocar al Partido Socialista-. Son los mejores en redes sociales y en un plató: "Al César lo que es del César".
Recurriendo a una metáfora futbolística: hay que dormir el partido y frenar este juego loco de continuos contragolpes. Como certeramente dijo el ex líder del PSE Nicolas Redondo Terreros: "Si jugamos a Podemos, gana Podemos".