Por Rafael María Molina Escondrillas

Cuenta Martí Perarnau que cuando Thiago se lesionó de gravedad en su primera temporada en el Bayern de Múnich, en 2014, el equipo lloró su lesión. “Se nos ha caído el invento”, dijeron algunos jugadores de la plantilla. Este invento se refería al que entonces formaban tres centrocampistas (con alternancia de Kroos, Javi Martínez, Schweinsteiger o Lahm) y que siempre acababa en Thiago Alcántara. El hijo de Mazinho era el encargado de darle el sentido final a la elaboración de la jugada. El futbolista de los 11 destinado a marcar las diferencias. “Thiago o nadie”, dijo Guardiola nada más llegar a la capital bávara.

Entonces llegó la inoportuna lesión en marzo de 2014. Llamado a liderar el juego de la selección española, se perdió la cita de Brasil y comenzó un calvario que duraría 371 días, hasta el 4 de abril de 2015. En medio, operación, recaída, operación. El futbolista destinado a mantener el legado de Xavi caía en desgracia. Pero volvió como vuelven los grandes, en el Westfalenstadion ante el Borussia Dortmund. “Thiago nos da la vida”. Una frase que sintetiza lo que Guardiola sentía por el 6 del Bayern. Tras criarse en la Masía y sentirse poco valorado por el FC Barcelona, decidió seguir los pasos de su mentor, Pep Guardiola. Una decisión que todavía no han digerido bien en Can Barça tras gastarse casi 70 millones en dos futbolistas como Arda y André Gomes sin que ninguno de los dos haya cogido pista.

Thiago sin embargo aún debe poner orden sus virtudes. Al jugador se le advierte todavía cierta intermitencia en su juego. Por momentos parece no querer tener tacha y peca de precavido, cuando siempre se caracterizó por la osadía, y en otros parece acelerado como si quisiera recuperar el tiempo perdido. Todo con un punto de arrogancia. Propia por otra parte de quien intuye que debe liderar el juego de un gran equipo como es esta España de nuevo cuño que va moldeando Julen Lopetegui, otro de sus mentores. Sin ascendencia por el momento en el equipo nacional, su situación en Múnich comienza a coger velocidad de crucero. La llegada de Ancelotti le ha aupado a la categoría de titular indiscutible. Tan sólo en tres partidos no ha formado desde el inicio. No es solamente el entrenador italiano el que sabe lo que tiene entre manos. Xabi Alonso suele llamar al internacional español El Mago.

Si en el Bayern de Múnich parece recuperar el sitio perdido antes de la lesión, en España espera que la llegada de Lopetegui le confiera el estatus que todo el fútbol nacional le intuye. Junto al seleccionador español, el hijo de Mazinho destapó sus mejores cosechas. En 2013 conquistó el Europeo sub'21, coronándose como el mejor futbolista del torneo en el que anotó cuatro goles. Su reencuentro les coloca ante un desafío colosal. Liderar a España hacia la conquista de un nuevo cetro mundial.

“Este periodo de lesión me ha hecho ser más paciente”, afirma el futbolista en el documental 371 días, donde cuenta su experiencia tras el periodo de lesión. A sus 25 años, el fútbol español sigue aguardando a este futbolista que desprendía magia nada más aterrizar en la élite.

La sombra de Xavi en la Selección sigue lastrando el juego de España, falto de un líder en ese complejo juego de toque y desmarque, de posesión y espacios, que encumbró al olimpo de la eternidad a una generación irrepetible. Su sentido del juego le confiere al mayor de los Alcántara el legado del mejor centrocampista de los últimos 15 años como es el de Tarrasa. Además de su percepción panorámica del partido, entre sus cualidades se observa la capacidad de saltar líneas a través del regate, práctica en extinción en este fútbol moderno de pizarra. Toda una garantía que le señala como el relevo imprescindible de la nueva generación que debe perpetuar el estilo.

Suele decir Jorge Valdano que conviene no perderle el respeto a los tiempos en el fútbol, algo difícil en el volátil fútbol moderno. Pese a la larga espera, no hay que olvidar que dos de los futbolistas que han dado una identidad inmutable al juego de la Selección, como son Xavi e Iniesta, también tardaron en romper a jugar. Xavi dio su salto cualitativo en el año 2008 con 28 años, cuando algunos lo habían reducido a la condición de irrelevante. Por su parte, Andrés Iniesta fue llamado a última hora para el Mundial de Alemania, en el que no fue titular. Ni siquiera fue creciendo en el torneo, sin ser alistado por Luis Aragonés para el decisivo encuentro ante Francia. Dos años después fue decisivo en Austria.

“Mi historia la marco yo”, dijo Thiago en una entrevista a la cadena Cope. No rehuye las esperanzas depositadas en él. A diferencia de otros futbolistas a los que el peso de sus expectativas parece atenazarlos, Thiago las asume con naturalidad. Sabe que aspira a eso. “Mi reto era este. Volver a ser feliz tras la lesión. Ahora el reto es otra vez empezar de cero”, afirma en el documental que narra su proceso de recuperación. La Roja espera a su mago.

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