Censurable, o cuestionable al menos, la actitud adoptada por el Real Madrid, rompiendo una lanza en defensa de su jugador estrella, Cristiano Ronaldo, sobre un tema totalmente ajeno a su cometido exclusivamente deportivo en dicha entidad. Comportamiento que debió mantener el club con el mismo discreto silencio observado inicialmente, absteniéndose de criticar a un medio de comunicación, concretamente El Mundo, por hacer mención de una presunta elusión tributaria sobre los ingresos personales de derechos de imagen, a través de paraísos fiscales.



Tampoco corresponde a la entidad el elogiar la conducta fiscal de uno de los componentes de su equipo, adjudicándole la categoría de comportamiento ejemplar, dado que ya cuenta con sus propios asesores y abogados para encargarse de su defensa. Ejemplaridad sobre la que Hacienda ya viene realizando una investigación desde hace más de un año y medio, si bien el 2015 ya tuvo que pagar 9 millones por una deuda fiscal.



Ante tal panorama, a los ciudadanos no nos quedará más remedio que aceptar la existencia de otra nueva casta privilegiada a la que solo pertenecen deportistas de élite, a la hora de cumplir con sus obligaciones fiscales. A propósito de dicho comentario, sería menester conocer la opinión de los que en su momento se manifestaban y clamaban "¡¡Todos somos Messi!!". Ahora bien, si se diese el caso de que dicho futbolista optase por incorporarse a otro club, ofertas no le faltan, que nadie dude que lo haría por dinero al ser lo único que le motiva, por mucho que el barcelonismo propale a los cuatro vientos el amor que profesa a su club.

En general, todo deploramos y criticamos la existencia de los llamados paraísos fiscales, pero sin la más mínima intención sobre la eliminación de los mismos por parte de aquellos que los fomentan y utilizan para incrementar sus fortunas. Puede resultar repugnante pero es sencillamente la verdad. A todos los políticos se les llena la boca citando su preocupación e inquietud por la mejora del llamado Estado del bienestar. De todos es conocida la desafección de los españoles hacia sus políticos, como cíclicamente manifiestan las encuestas y sondeos de opinión comenzando por el propio CIS para mayor escarnio y desvergüenza. Que quede claro que aplaudimos la globalización de lo positivo pero nos negamos a enaltecer el mal ejemplo y las imbecilidades.

Tras conocer las declaraciones de Football Leaks, se ha puesto de manifestó (algo que ya conocíamos), que nuestro fútbol de los años 60 no guarda relación alguna con la actual trama de evasiones fiscales, en las que algunos jugadores disponen de sociedades en los citados paraísos fiscales contando con la colaboración de agentes, representantes y asesores, que con escasos escrúpulos se lucran igualmente y todos tan felices...  Claro que algunos más que otros... ¡Tiempo al tiempo!

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