2016 toca a su fin y será recordado como un año lleno de peligros. Es inevitable hacer comparaciones, o al menos, volver la vista atrás en el reloj de la Historia. El mundo ya vivió una crisis económica espantosa en los años 30 del siglo pasado, y en ese caldo de cultivo, florecieron los populismos, triunfando incluso en procesos electorales perfectamente democráticos, en algún caso. No hay que dedicar mucho tiempo de análisis para saber adónde nos llevaron aquellos movimientos. Esperemos que la historia no se repita.
El fantasma del populismo ha recorrido no sólo Europa, sino el mundo. El espectro se alimenta de la torpeza, la corrupción y la soberbia de las clases políticas dominantes, alentadas por la desesperación de las clases medias, devastadas por los efectos de la crisis económica y financiera.
Primero el Brexit y luego la victoria de Trump en Estados Unidos. Crece la extrema derecha en Europa al socaire de estos fenómenos. El Frente Nacional crece en Francia y algunos rezamos para que la derecha ultra de Le Pen no ascienda. Han caído los líderes de la “camisa blanca” que se reunieron en Italia el pasado año. Renzi por un referéndum en Italia; Pedro Sánchez por un golpe de mano interno en su partido; Manuel Valls se postula para enfrentarse al dificilísimo reto de reconstruir el Partido Socialista francés.
En España también ha habido convulsión. En el PSOE también hemos vivido peligrosamente. La maniobra de la mitad de la dimisión de la mitad de los miembros de la ejecutiva federal sienta un precedente muy delicado. El futuro es incierto, se planea pidiendo tiempo desde el sevillano Palacio de San Telmo por un lado y desde las plataformas de militantes de base en provincias por otro. Dos modelos de partido. Odón Elorza nos dio algunas claves a algunos. Veremos si surge una tercera vía.
Los círculos han tocado a su fin en Podemos. Ya no hay democracia asamblearia. A Pablo Iglesias le gusta que lo comparen con Jean Paul Marat, a Errejón lo asemejan con Danton. A mí me recuerdan la división de 1917 entre bolcheviques y mencheviques. Mayoritarios y partidarios del líder y Soviet supremo unos, practican el leninismo 3.0; minoritarios y menos exaltados otros que quieren mantener las puertas de la formación abiertas a la sociedad.
Queda pendiente la reforma de la Carta Magna, única respuesta para resolver el problema del encaje territorial de Cataluña en el resto de España. Rajoy nunca se mueve, pero consigue lo que quiere. Lo hará mientras se lo faciliten. Su nuevo/viejo ejecutivo se ancla en el inmovilismo de siempre y ha echado un jarro de agua fría sobre este necesario proceso. 2016 está a punto de acabarse, pero seguramente sea uno de esos años que se recordarán en los libros de Historia: El año en que vivimos peligrosamente, como se titulaba aquella película con Mel Gibson sobre la dictadura de Sukarno en Indonesia.