Donal Trump, un sarcasmo de la Historia, en su primera rueda de prensa y tras ganar las elecciones, ha continuado sin guardar el más mínimo respeto hacia personas y entidades dignas de otra consideración y tratamiento. Nada peor que un poseído de si mismo cuyo acceso a la presidencia de los EE.UU está siendo cuestionado hasta la saciedad internacionalmente. Su talante despectivo tendrá una negativa repercusión y consecuencias que su incontrolable ego le impide valorar. Nos encontramos ante un personaje atípico que choca abiertamente con la idea que tiene el resto de la humanidad sobre un presidente de Gobierno.



En la cita comparecencia del día 11 no dejó títere con cabeza, denostando y amedrentando a las industrias americanas automovilística y farmacéutica, haciendo gala de su desmesurado proteccionismo nacionalista que ha cegado a muchos de sus votantes. Salvando las distancias, la enardecida defensa del periodista español (catlán), Salvador Sostres , revela un cierto parecido con Trump, ambos exaltados e incorregibles en sus maneras y formas de expresarse.

Criticar a un elemento tan sumamente histriónico y visionario resulta enormemente fácil. Se le puede adjudicar cualquier calificativo negativo porque encaja en casi todos ellos. Es un puro y desafortunado sarcasmo de la Historia. Resultan desagradables no solo sus gestos y vocabulario, sino el contenido de sus repugnantes comentarios xenófobos, racistas y misóginos, con las consecuencias que ello pueda acarrear una vez tome posesión del cargo. Para muchos constituye una maldición que le ha caído a la primera potencia del mundo. Posiblemente sea cierto que la ignorancia acabe con la democracia y parte de la culpa provenga de la existencia de tanto imbécil con derecho a voto como pululan por las redes sociales aunque sus sufragios solo rezumen ignorancia por todos sus poros.



Según los expertos ya se contempla incluso la posibilidad de que EE.UU. entrase en recesión y el inicio de una posible guerra comercial internacional desde que el nuevo presidente pronunció sus declaraciones, generando una tremenda inquietud en función de las mismas. Entre sus manías persecutorias y el desmedido afán de protagonismo está obsesionado con destruir lo realizado por su antecesor Obama.



Es tal la confusión creada que nadie entiende como Trump, que solo se parece así mismo, haya podido encontrarse tan a gusto en su papel de absurdo provocador, aclarando que el no es político pero si totalmente dispuesto a continuar demostrando sus desquiciadas pretensiones, manifestando estar convencido que se puede acceder a la Casa Blanca enarbolando la bandera de la antipolítica, propio de alguien carente del más elemental sentido común y sobrado de vulgar fanfarronería.

Tampoco debe olvidarse que fue el propio Trump quien pidió a Rusia hackear el correo electrónico de su rival, Hillary Clinton. En cuanto a su vida privada continúa negándolo todo por falso. Comportamientos con los cuales está generando problemas y compromisos sobre las relaciones bilaterales entre EE.UU. y Rusia, tratando todos los temas con una simplicidad inaudita.

En cuanto a la cesión de los asuntos privados de su vida empresarial, afirmó que los negocios quedarán en manos de sus hijos para evitar los posibles conflictos de competencia, lo que obviamente resulta escasamente creíble. En otro orden, como ya se comentó anteriormente, el empecinamiento en derogar todas las políticas de Obama, como por ejemplo el "Obamacare", con una cobertura en de 20 millones de estadounidenses, que Trump cataloga de catástrofe, prometiendo sustituirlo por otro plan de sanidad que nadie conoce.

En el terreno empresarial, repitió una vez más sus advertencias a las empresas que deslocalicen su producción, amenazándoles con fuertes aranceles. Esto resulta fácil decirlo aunque suponga otra imbecilidad más de consecuencias inesperadas, y por último veremos en que queda la promesa de que será "el mayor generador de empleo que Dios ha creado jamás". Tales maneras apuntan a actuaciones de un descerebrado, pero habrá que esperar a que tome posesión del cargo, si bien los inicios resultan desconcertantes, por no tildarlos de esperpénticos,

Lo de levantar un muro fronterizo con México y a su cargo, mejor dejarlo para otro día. Hablar de muros en el 2017, resulta cuando menos esperpéntico...¡¡Tiempo al tiempo!!

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