Cada mes de enero se celebra, en Davos, el Foro Económico Mundial que reúne a mandatarios, economistas y grandes empresarios. Davos se ha convertido en el mentidero de los que tienen verdadera capacidad para decidir. Hans Castorp, el inefable protagonista de La montaña mágica, sentía desde Davos –que está en los Alpes suizos, a 1.560 metros sobre el nivel del mar- que los que no estaban allí eran “los de allí abajo”. Desde “allí arriba” una de las más grandes fortunas mundiales y propietario de Wanda, Wang Jianlin, ha sido preguntado por su participación en el Atlético de Madrid. El director de Bloomberg News, John Micklethwait, le preguntó concretamente: "¿Se puede ganar dinero en el Atlético de Madrid?", a lo que Jianling -provocando las risas del público- respondió: "El fútbol no da dinero, el fútbol quema el dinero. Por eso querían que fuera el accionista mayoritario del Atlético, pero dije que no, porque sólo quería ser el número dos".

Explicar los motivos por los que Jianling tiene toda la razón, necesitaría muchas páginas, y yo sólo tengo una para hacerlo. Intentaré ser conciso y claro. Para mayor información recomiendo dos excelentes libros sobre el negocio del fútbol: ¡El fútbol es así! (Soccernomics) de Kuper y Szymanski (2009) y Show me the money de Esteve Calzada (2012).

Desde hace años, Manchester United, Real Madrid y Barcelona lideran el ranking de clubes de fútbol con mayores ingresos. No por ello son los clubes más ricos, pues como dice el proverbio, “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”. La dinámica de los grandes del fútbol es pródiga a la hora de gastar todo lo que se ingresa por la terrible competencia a la hora de hacerse con los servicios de los mejores talentos. Esto genera una hiperinflación que se lleva por el sumidero los cientos de millones de taquillas, derechos de televisión y marketing. Es según Plácido Rodríguez, que fuera presidente de la Internacional Association of Sports Economists (IASE), director de la Fundación Observatorio Económico del Deporte, y también presidente del Sporting de Gijón, la aplicación del dilema del prisionero, explicado dentro de la teoría de juegos (von Neumann y Morgenstern, 1944): dos jugadores -que en este caso son los clubes- entran en la puja por un futbolista sin tener información de lo que está haciendo su oponente, lo cual se traduce en el incremento del precio de la transacción, del porcentaje cobrado por los agentes y de la ficha final del futbolista. Al final todos ganan menos el club comprador. Por eso, el siempre vitriólico, John Carlin escribió en una columna del diario El País afirmando que "era más fácil recuperar el dinero que tirásemos al mar, que el que invirtiésemos en un club de fútbol".

Florentino Pérez entendió perfectamente en qué consistiría el negocio del fútbol del siglo XXI. Quien entra en el negocio del fútbol lo hace con otros intereses que tienen más que ver con la adquisición de notoriedad, el amor a unos colores o la oportunidad de realizar contactos de alto nivel. Pérez consiguió situar al Madrid por delante del Manchester United en ingresos, pero sabía que todo o prácticamente todo iría a parar a manos de los agentes y de los futbolistas. ¿Cuánto han subido los precios de los grandes futbolistas en el último decenio? ¿Cuánto han subido sus salarios?

Sin duda, Jianling también lo sabía antes de entrar en este sector. Un club de fútbol es un escaparate, pero nunca será un buen negocio. Un club podrá subir sus ingresos, pero se producirá una subida automática y perfectamente ajustada de los costes. De hecho, si analizamos el informe Football Money League sobre ingresos de los clubes de fútbol de la consultora Deloitte (2017), podremos comprobar que los ingresos han crecido enormemente en los últimos años gracias a los contratos de televisión, a los nuevos patrocinios o la renovación al alza de los ya existentes, pero a la par, los costes de los traspasos y las fichas de los futbolistas han subido de manera totalmente automática y sincronizada. Utilizando un término económico podemos decir que la elasticidad ingresos-costes es igual a uno. En la actualidad el 70% de los costes de los clubes son de salarios de sus jugadores.

En definitiva, un club de fútbol es una empresa en la que los gastos se acomodan a los ingresos como la mano a un guante de látex; un sistema difícilmente compatible con la generación de beneficios.

Jianling sabe que no ganará dinero por la diferencia entre los ingresos y los gastos del Atlético de Madrid, pero en Davos le preguntaron por el fútbol y no por el resto de inversiones que le han convertido en una de las mayores fortunas mundiales. ¿Acaso hay algo que importe más a más gente que el fútbol?

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