REFLEXIONES

Sé tú mismo

Sé tú mismo. Flickr

Cuanto daño ha hecho esa frase de tintes filosóficos. Sé tú mismo: un extendido y bien intencionado consejo utilizado, a priori, para ayudar a forjar personalidades, evitando complejos y conflictos internos, y que se incluye en libros de inteligencia emocional, autoayuda, etc…

Pero claro, estamos en España, el mayor promotor del péndulo de Foucault. Ese péndulo que se puede mover durante largo tiempo, de un extremo a otro, sin pararse en el centro, en el término medio que es donde dicen que se encuentra la virtud.

Aquí se ha pasado de la dictadura a una mal entendida democracia, de la represión al libertinaje, de no poder hablar a no escucharse y a decir auténticas barbaridades -principalmente en las redes-, de imponer una religión a atacarla sistemáticamente, de la autoridad del maestro a la sobreprotección del niño para que no se traumatice, de no poder casi ni mentar a un jefe de Estado  a quemar sus fotografías, de la búsqueda del poder de las mayorías a que nos bloqueen las minorías, de la humildad a la vanidad más absoluta.

De las buenas maneras a la chabacanería, a la zafiedad.

Y puede que sea este último punto la clave de todo lo anterior. No sé muy bien porqué extrañas asociaciones, existentes solamente en las mentes de unos pocos, se viene vinculando hace tiempo las buenas maneras, la corrección, el saber estar, la educación en definitiva, a algún tipo de represión fascistizante o cuando menos de hipocresía social.

Y no me refiero a la educación en aptitudes, sino a la educación en actitudes, la casera, la que en mayor medida ha de recibirse en el hogar.  A muchos de nuestros padres y sobre todo de nuestros abuelos les venía justito para leer y escribir, pero sabían cómo actuar con corrección y desde luego como transmitir esos valores. Porque sabían que esa actitud te puede abrir muchas puertas.

Hoy en día, entre una autoridad paterna puesta en entredicho, la dejadez de funciones de los propios padres por comodidad o incluso por miedo a traumas infantiles y otros motivos varios, entre los que se incluye la presión mediática de algunos iluminados que nos dicen cómo educar a unos hijos que, curiosamente, muchos de ellos no tienen, se forma el caldo de cultivo perfecto para que infinidad de personas acaben mostrando el lado más negativo del “sé tú mismo”: el egocentrismo que en la mayoría de ocasiones desemboca en la mala educación con mayúsculas.

Si la libertad de uno acaba donde empieza la de otro, mostrarse como cada uno es, también ha de tener sus límites. Como cualquier otra especie animal nacemos salvajes y se nos debe educar para vivir en sociedad porque el egocentrismo, basado en el instinto de supervivencia, lo traemos de serie.

En pocos días se va a celebrar la 31 edición de los premios Goya. Un evento de tintes progres -lo demuestran muchos cómicos con sus tradicionales reivindicaciones-, en el que por lo visto, de forma paradójicamente dictatorial, se obliga a ir de etiqueta.

Y aunque no lo he contrastado, pienso que es así porque personajes como los Sres.  Iglesias o Garzón, pueden ser ellos mismos en las muy democráticas instituciones del Parlamento o La Zarzuela, vistiendo como en ellos es habitual, mientras se ven obligados a ponerse el frac, como ya pudimos ver el año pasado en la famosa gala. Este puede ser un simple ejemplo de perfecta adaptación a normas sociales, eso sí, en este caso cuando a uno le interesa o su propia incoherencia le dicta.

Mi madre (q.e.p.d.), no entendía nada de política, no tenía tiempo. Con tres hombres en casa y pocos posibles,  tenía mucho que remendar para que fuésemos mínimamente decentes. Para ella “facha” era la pinta con la que uno pretendía salir de casa  sin su aprobación. ¿A dónde vas con esa facha? -decía-. Si hoy levantara la cabeza seguro que le haría la pregunta a más de un parlamentario y no precisamente de derechas.

Pero bueno, lo de la vestimenta, viendo lo que se ve por la calle, ya casi queda en lo anecdótico.

Otra cosa es pretender mostrarse al natural a través de determinadas acciones, eso sí ejecutadas siempre bajo el paraguas de una mal interpretada libertad de expresión, bien enseñando las tetas en una capilla, publicando chistes negros en las redes sobre personas mutiladas o asesinadas o enalteciendo el terrorismo e insultando a las víctimas del mismo, como en el caso del cantante César Strawberry condenado recientemente.

Se ve que aún somos jóvenes en democracia y con el atrevimiento, a veces ignorancia, de la juventud, malinterpretamos conceptos. O mejor dicho malinterpretan. Porque los que tenemos unos cuantos años a cuestas sabemos que nada es blanco o negro y que las actitudes extremas no llevan a ninguna parte.

Aún queda mucho por hacer para que el péndulo sea atraído hacia el centro, hacia la sensatez.

De momento podemos ir modificando el "sé tú mismo" añadiéndole, "pero con respeto".