Decía Benjamin Disraeli que "hay tres tipos de mentiras: mentiras, grandes mentiras y estadísticas", y esa frase parece hecha a medida de lo que hoy se ha hecho argumento principal de los datos utilizados, de forma propagandística, desde las esferas del poder cercanas al actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como justificación y coartada de sus más polémicas y controvertidas medidas: reforma laboral, rescate financiero, recortes y ajustes sociales, etc… todo ello sometido en el altar de algunos resultados macro con los que se pretende tapar todo el sufrimiento vinculado a aquellas, por ejemplo:
- Crecimiento del PIB, desde 2014 (1,4% en 2014 y 3,2% en 2015).
- Reducción de la tasa de paro desde el 26,09% en 2013, al 22,06% en 2015.
- Reducción de la prima de riesgo española en más de 500 puntos, desde los 637 de julio de 2012, hasta los 125 actuales.
- Aumento de la confianza empresarial (+0,30%).
Incremento de las exportaciones españolas de mercancías (+0,90%).
Pero al mismo tiempo que todo ello aparece en las estadísticas, España se mantiene en el pódium de la desigualdad, volviendo a mantener la segunda posición, entre los países europeos en el que más crece, solo siendo superada por Chipre, sin que esas mejoras macroeconómicas lleguen por igual a toda la sociedad, sino muy al contrario.
¿Y por qué ocurre esto?, ahí van algunas evidencias, más que pistas:
1) En el último año hay 7.000 nuevos millonarios en España, y la fortuna de las tres personas más ricas (Amancio Ortega, Juan Roig y Sandra Ortega Mera) suma tanto como la riqueza de los más de catorce millones de personas que componen el 30% más pobre del país. Dato que se complementa con que, en 2016, el 10% de los españoles más ricos concentraban más riqueza, exactamente el 56,2%, que el resto de la población.
2) En España hay un sistema tributario descompensado, donde las familias aportan el 84% de la recaudación, mientras las empresas solo aportan el 13%; cuando en 2007 las familias suponían el 75% y las empresas el 22%.
3) Entre 2008 y 2014 los salarios bajos cayeron un 28%, mientras los altos se mantuvieron, y el salario del ejecutivo más alto de las empresas del Ibex-35, multiplicaba por 96 al del trabajador promedio.
4) La recaudación por Impuesto de Sociedades en España en 2015, supuso la mitad de lo que fue en 2007, mientras los beneficios empresariales se incrementaron y los salarios se han reducido 9 puntos por debajo de los niveles previos a la crisis.
5) España dejó de ingresar en 2016, 1.550 MM euros, como consecuencia de las actividades canalizadas a través de quince paraísos fiscales, cantidad equivalente al 58% del deficit que tendrá el fondo de reserva de las pensiones en 2017.
6) Se ha optado por la precariedad y la devaluación salarial como estrategia de competitividad, habiendo pasado de un empleo a tiempo parcial del 11,60% en 2008, al 15,60% en 2015. En ese año el 25,20% de los trabajadores en España tenía contrato temporal, mientras la media europea se sitúa en el 14,10%.
A la vista de los datos comparados, tanto desde las estadísticas exhibidas desde el Gobierno, como con las evidencias relatadas, desde la realidad de cualquier españolito de a pie de calle, parece que las palabras de Disraeli, con las que comenzaba estas líneas, quedan más que ratificadas, pero aún podemos utilizar a Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo y ensayista, padre del concepto de la modernidad líquida, que recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2010, recientemente fallecido, que resultó profético al afirmar: “Todas las medidas emprendidas en nombre del rescate de la economía se convierten, como tocadas por una varita mágicas, en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres”, y eso lo sabe bien nuestro presidente del Gobierno: crisis sí, pero con más desigualdad, porque hablamos de negocios, ¿verdad, Mariano?