Con un discurso como el de esta semana en el Congreso no habrías ganado las elecciones, y tú lo sabes. Era urgente convencer a demócratas, republicanos y al mundo que la fiera estaba domesticada o en vías de ello con un discurso conciliador, aunque ambos sabemos que esto forma parte del reality en el que has convertido la presidencia. Sigues sin aceptar que el despacho que ocupas no es un plató de televisión, y eso que entiendo tu preocupación por los bajos ratings. Los datos de popularidad por debajo del 40% son alarmantes porque suponen un 21% más bajo que el promedio histórico para el primer mes de gestión presidencial. La realidad es que abusas de Fox. Tu jefa de gabinete debió prevenirte del peligro de polarizar a la audiencia.
No logro entenderte. Un día te despiertas y autorizas la venta de armas a enfermos mentales y otro ligas crimen e inmigración. Lo que en España llamamos mezclar “churras con merinas”. No te entiendo, porque seguramente tenemos una concepción opuesta sobre las necesidades de este planeta y la contribución que tu país podría realizar para solventar tanta necesidad.
Imagínate: yo creo en las consecuencias del cambio climático, en la libre circulación de personas y bienes, en tender puentes en lugar de levantar muros, en el Área 51 y en otra elucubración que considerarás aún peor. Creo en la prensa como baluarte de la democracia. Esta frase la copio parcialmente de Luis María Ansón un viejo periodista español que definía de esta manera la monarquía española, y al que le supongo encantado estrechar tu mano.
Admito que puedo estar equivocado al creer que tras esa máscara de villano de Marvel se esconde el más radical y populista presidente desde Jefferson -aquel que vendió a los dos hijos que tuvo con una esclava negra. Lo admito, Donald. A tu favor tienes argumentos sólidos.
La Bolsa repite esta semana récords históricos, el 40% de los votantes continúa apoyando tus iniciativas por locas que al mundo civilizado puedan antojarse, mantienes tu matrimonio con una inmigrante, tus negocios en Florida apuntan al alza y aún no has emprendido ninguna cruzada que lleve la democracia a quien no la necesita. Esto último se me antoja extraordinario.
Me alarma -eso sí- la propuesta de elevar en cincuenta mil millones los gastos de defensa y la afirmación de que ha llegado la hora de seguir ganando guerras. Quizás no lo recuerdes o nadie te lo haya contado. !Cómo te llevas tan mal con la inteligencia….! Desde mi punto de vista, ganar, lo que se dice ganar han ganado pocas. Me asusta el gasto por lo que se te pueda estar pasando por la cabeza, pero no me hagas caso. ¿Quién soy yo más allá de un ingenuo soñador que ha comprendido que evolucionar no significa mejorar sino adaptarse al mal, y que no advierte mayor peligro que el tuyo y el de Vladimir para la estabilidad de un planeta que desde lejos aun se me antoja azul.