Marion Anne Perrine Le Pen, la que conocemos popularmente como la temible Marine Le Pen, la que con 48 años se postula a ser la nueva y única dirigente francesa, la que promete que una vez gane ya no habrá marcha atrás, quizá le falte decir eso de “hacer grande Francia de nuevo”.

Fue estudiante de derecho en una conocida Universidad por su profesorado ultraderechista, puede que la educación y sus hábitos desde pequeña al son de su padre Jean-Marie Le Pen quien en su momento fue dirigente del Frente Nacional soltando perlas como que las cámaras de gas en la Segunda Guerra Mundial fue sólo un detalle, algo anecdótico y de poca importancia sobre los nazis, tenga que ver en la conducta y euroescepticismo de la futura y para mi no esperada candidata a la presidencia francesa.

Todo se pega y más de padres a hijos, por eso la hemos oído equiparar las oraciones musulmanas con la ocupación de los Nazis en la Segunda Guerra Mundial en Francia. Pero todo esto es sólo anecdótico, ¿qué quiere? ¿Qué es lo que realmente desea para su país? Quiere funcionarios patriotas, es decir, sólo franceses, reducir la inmigración de 200.000 a 10.000 al año, quiere eliminar la reunificación familiar, lo que conocemos como la residencia temporal.

Reducir al mínimo el otorgamiento de asilo, por supuesto y de lo que más conocemos de ella, cerrar fronteras, fuera el Acuerdo Schengen, salir de la Unión Europea, abandonarla y claro que sí, el euro, contamos también con irse del libre comercio y fijar sus propias normas aduaneras. Hacer nuevas prisiones, endurecer las penas y, sorpresa, restaurar la pena de muerte y la cadena perpetua no reversible.

Otra de las grandes ideas es la militarización de su Policía Nacional, la prohibición total del aborto, dar vivienda social sólo a franceses al igual que la sanidad que será sólo para los nacidos en Francia, los de sangre o los que verdaderamente hacen méritos para ser algún día franceses, la frase que siempre que puede lanza como si de pedir auxilio se tratara. Esto es a grandes rasgos los que Frente Nacional quiere hacer en Francia. ¿Nos suena? Un puñal en el país que separará de lo actual, de lo que hemos conseguido una vuelta al pasado llena de odio y rencor que provocará la ruina emocional y probablemente económica del país.

Una dirigente anclada al pasado y del que no se suelta aquella que se mantendrá firme en sus decisiones, es de asegurar, si en su vida personal, la que jamás volvió a hablar a su madre, Pierrette Lalanne después de salir en portada de la revista PlayBoy, imaginamos que es más estricta aún en su trabajo. Odia llevar faldas, son detalles sin importancia, pero pareciera una película en blanco y negro de los años 30 donde el mayor entretenimiento sería que el actor o actriz de turno se levantara a beber de una botella de agua.

Alguien que aprovecha los atentados en Francia para sumar votos, para manipular a los ciudadanos, es todo populismo. Una venta fraudulenta de promesas de acabar con las crisis, los atentados, lo que general ocurre en el mundo, parece que en cuanto llegue Le Pen Francia estará aislada de lo que no se puede manejar ni controlar, estarán en el mundo dentro de otro que ella controlará.

¿Acaso cree que con sus vastas medidas de salir de la Unión Europea y echar a todo inmigrante va a acabar con los atentados yihadistas? Porque parece que es lo que promete a sus votantes, a lo mejor se nos escapa y a ella la es la única en el mundo a la que el DAESH hace caso. Una vez más y fuera de la ironía utilizada durante este articulo, se demuestra que los populismos, los extremismos más antiguos que el comer triunfan, entran en la etapa de oro en votos cuando peor nos van las cosas y sólo en ese intervalo, porque una vez llegan al poder esa mentalidad y nueva existencia desarraigada sólo trae pobreza, odio y mentiras. Ésa es Marine Le Pen.

Colabora con el blog

Forma parte de los contenidos del Blog del Suscriptor
Escribir un artículo