El jueves 6 de abril la comisión parlamentaria de Ciudadanos convocó un encuentro en el propio Parlamento con partidos políticos venezolanos con representación en España y con asociaciones que se dedican a defender los derechos y libertades de ese país. Yo, como presidenta de una de esas organizaciones, estaba invitada a la reunión. Una vez que finalizó el encuentro nos dieron permiso para hacer una foto en el hemiciclo. Entonces, apareció la bandera venezolana en el escaño de Pablo Iglesias, una imagen recogida y difundida por varios medios de comunicación. ¿Cómo apareció esa bandera?
Igual porque creo que casi todo está en los detalles. Igual porque creo que las vivencias y recuerdos forman parte de la riqueza personal y emocional de cada uno. Igual porque creo que pequeñas acciones pueden crear grandes momentos. Igual por todo lo que pienso y tengo interiorizado, aparte de otros muchos valores. Todo esto es lo que me movió a hacer ese gesto, también la provocación de ver ese escaño vacío.
Todos estaban vacíos. Sin embargo, yo como persona comprometida con los derechos humanos, con la liberación de los presos políticos venezolanos y con la apertura de un canal humanitario en un país que se está muriendo, no podía apartar la vista del escaño de alguien que se niega a reconocer todo eso.
Durante unos segundos pensé: "¿Y si me hago una foto en ese sitio?" Y lo hice. Pero una voz amiga me dijo: “Eva, ¿qué tal si te la haces con la bandera de Venezuela?”. “¿Por qué no?”, contesté. Cuando quise darme cuenta, había cámaras grabando la escena. Así una acción sin importancia y sin premeditar se ha convertido en algo viral. Tanto que me mencionan en un tuit con el líder y portavoz del partido de color morado y este, sin más, me bloqueó en Twitter.
Y es que estos diputados y sus mareas, cuando no cumples con sus propias formas de ver su libertad, sus propias formas de interpretar su democracia, sus propias maneras de lo que llaman Estado de derecho y su propia forma de vivir la libertad de expresión, se enfadan y te bloquean, o según el momento, se enfadan y se van de un pleno.
Resulta curioso que diputados que montan un circo en las sesiones plenarias y de control al Gobierno, que llevan camisetas de terroristas y que no cumplen el propio reglamento del Congreso, se molestan y enfadan por una acción espontánea y sin maldad. Una acción que debería de haber quedado en una simple anécdota.