Para todos los que vemos la paja en el ojo ajeno y no queremos ver la viga en el nuestro.
El aroma a incienso
y a cera quemada,
el sonido de las alpargatas
de los costaleros
rozando el suelo,
y la orden del capataz,
¡Al Cielo!
Me recuerdan que
otro año más
llegó la Semana Santa.
Y mirándote sobre el paso
me hago cargo
del daño que sufriste
y que repito cada año.
No acogí al refugiado,
ni vestí al desnudo
ni cuidé al enfermo
no di de comer al hambriento,
ni de beber al sediento.
No quiero seguir rezando
a una imagen bajo palio,
quiero verte en el rostro
de quien sufre a diario,
para acogerte, vestirte,
saciarte y cuidarte.
Dame fuerza,
no quiero seguir
siendo un pobre cobarde.