El Diccionario de la Real Academia Española define ucronía como “reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos”. En lo que aquí interesa el título de la entrada no encaja con exactitud con la definición académica. O sí, puesto que, sin pretender reconstruir la historia, si se trata de constatar lo evidente, esa historia habría sido radicalmente distinta de no mediar el elemento distorsionador al que me referiré.
Elemento que aseguro categóricamente es el que más ha condicionado el devenir de España en los últimos 60 años. Dejando aparte las macro-referencias, aunque no del todo (acceso a la democracia, integración europea, etc…) sin duda el más determinante. Para bien y para mal, para demostrar que el torrente sanguíneo de España es potente y libre de trombos y para advertir de que el cuerpo de esa misma España es asediado por los virus de la conveniencia y de la acomodación y por el padre de todos, el del nihilismo.
Vuelvo donde empecé y me centro: nada habría sido como ahora es si no hubiera existido la ETA. Todo habría sido distinto. Pienso que mejor, como posibilidad admito que peor, pero distinto. Y, por supuesto, sin las cicatrices en las sociedades que toleraron a la banda terrorista. En el plano nacional la española y la vasca en el regional.
La ETA fue un orzuelo que degeneró en cáncer por la inacción de la sociedad y por el cálculo de sus dirigentes. Y hoy -cientos de asesinados, miles de heridos, millares de extrañados y de víctimas no me dejarán mentir- toca asumir a esa sociedad, a esas sociedades, como entes enfermos necesitados de quimio y de radioterapia en pos de la sanación que todavía no merecen.
El desarme de la orga confirma el aserto que precede. Si la sociedad ha derrotado a la ETA, ¿por qué babea cuando la banda se digna ofrecer un mínimo gesto que pocos creen necesario someter a análisis y, a renglón seguido considera razonable la contrapartida que esperan los criminales?
Cuando el proceso debiera ser el inverso:
– Porque nos mantenemos firmes la organización criminal flaquea.
– Porque quedan cuentas pendientes, como los más de 300 asesinatos sin autor conocido, muestren las criminales su arrepentimiento, siquiera sea de atrición, faciliten avances en ese campo, reconozcan o asuman que han desperdiciado sus vidas y habrán propiciado que empecemos a hablar de perdón y hasta de reconciliación.
– Porque España será o dejará de ser lo que los españoles queramos, no lo que imaginaron unos descerebrados y lo que siguen imaginando los calculadores que siempre estuvieron detrás de ellos recogiendo las nueces.
– Etc. Etc. Etc.
Por ir terminando con lo que es evidente para mí:
– La ETA es una organización criminal que condicionó la vida de todos (de todos) los españoles y la política española con intensidad infinitamente superior a su capacidad real de influencia.
– Solo fue posible porque lo que poco antes había sido una dehesa, una sierra, por razones que llegaremos a conocer pero todavía ignoramos, se convirtió en un corral. Quizá en otra nación con tantos frentes abiertos, hubiera ocurrido lo mismo: soportar uno en el que el precio fuera el aquí apuntado. Al fin y al cabo unos cientos de muertos y por bajo de ellos menudencias; nada que se pueda comparar con las víctimas del bombardeo de una ciudad en una sola noche en la Segunda Guerra Mundial por ejemplo. Pero juro que nos equivocamos; olvidamos la dignidad, alargamos la resistencia demasiados años y sobre todo echamos la carga sobre demasiadas pocas espaldas.
Al cabo, daría por bien empleado este artículo si en lo sucesivo oyera o leyera las referencias a la ETA con el artículo determinado LA a que la corrección gramatical obliga. Con el mismo determinado artículo que precede a otras organizaciones criminales y a los criminales sin organización que los respalde: la mafia, la camorra, el grapo; el frap; el arropiero; el sacamantecas; etc.: Siempre con artículo que individualice, siempre señalando como enfermedad, no como magma o como caldo que nunca debió invadir nuestro organismo.